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Chile, cuáles son las soluciones por tensión mapuche

Chile, cuáles son las soluciones por tensión mapuche. El triunfo de Gabriel Boric en Chile generó expectativas para nuevo acercamiento con grupos mapuche, pero las soluciones no aparecen.

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La historia de las relaciones entre los mapuche y el Estado de Chile es compleja, lejos de las soluciones fáciles. Mientras los españoles luchaban por expandirse hacia el sur desde Santiago en los siglos XVI y XVII, aceptaron a los mapuche como un pueblo independiente y mantuvieron relaciones comerciales relativamente pacíficas.

Sin embargo, en el siglo XIX, las autoridades de Santiago, que ahora representaban a un Chile independiente, empujaron una vez más hacia el sur, atraídas por las tierras de cultivo potenciales en la mayor parte de la selva tropical templada. Desde la década de 1860 hasta la de 1880, la región fue absorbida por el estado, el gobierno chileno alentó la colonización y los mapuche se retiraron a asentamientos comunales en áreas remotas.

La situación se mantuvo estable durante gran parte del siglo XX. Pero después del golpe de estado de 1973 que llevó al poder a Augusto Pinochet, el gobierno militar de Chile adoptó un nuevo enfoque hacia el sur. El régimen fomentó las plantaciones a gran escala de pinos y eucaliptos para pulpa y papel y la privatización de las tierras comunales.

Esas inversiones produjeron una industria exitosa; Chile ahora aporta el siete por ciento de los insumos a la industria de la pulpa y el papel a nivel mundial y el sector representa el 8 por ciento de las exportaciones de Chile. Sin embargo, el aumento de la actividad económica generó amargas disputas territoriales, trastornó las tradiciones mapuche y envenenó la relación de la comunidad con el gobierno central.

El aumento de la actividad económica generó amargas disputas territoriales, interrumpió las tradiciones mapuche y envenenó la relación de la comunidad con el gobierno central”.

Nuevo activismo

El regreso de Chile a la democracia en 1990 abrió un espacio para el activismo mapuche. El gobierno le dio más protagonismo a la lengua mapuche. Circulaban mapas que delineaban “Wallmapu”, una patria histórica mapuche reclamada que se extiende al norte más allá de Santiago y al este hasta el Atlántico.

Los líderes mapuche exigieron mayor autonomía, mejores servicios sociales y la devolución de tierras. Para promover esta agenda, surgieron grupos extremistas, entre los que destaca la Coordinadora Arauco-Malleco (CAM), cuya figura más destacada, Héctor Llaitul, perteneció anteriormente a un grupo guerrillero marxista.

La CAM exigió la salida total del Estado chileno de tierras mapuche y Llaitul buscó el apoyo regional, reuniéndose en una ocasión con el canciller venezolano. Ha tachado a los jóvenes izquierdistas que Boric llevaría al poder en 2022 de “hippies,

Ejército

La CAM, y organizaciones similares más pequeñas, se han especializado en destruir equipos de tala e intimidar a los trabajadores. La policía chilena ha tenido problemas para abordar esa violencia, dada la complicada geografía y las tensas relaciones con la población local.

Se cree que la CAM financia sus operaciones mediante el secuestro de camiones madereros y la venta clandestina de madera robada. Se le atribuye la destrucción de iglesias, escuelas y centros comunitarios; Llaitul ha negado su participación en esos ataques, aunque dijo que «entiende» los motivos.

Un episodio particularmente espantoso involucró el incendio de la casa de un terrateniente en 2013, matando a dos personas y llamando la atención sobre este conflicto. Cerca del final de su mandato, el ex presidente Sebastián Piñera, predecesor de Boric, declaró el estado de emergencia y ordenó al Ejército de Chile que ayudara a la policía a mantener el orden en el sur. También pidió un aumentoen la ayuda al desarrollo de la región y agilizar la devolución de algunas tierras mapuches.

El aumento de la presencia policial y militar creó una mayor sensación de seguridad en las carreteras del sur, pero no puso fin a la violencia. Mientras tanto, las relaciones entre la administración de Piñera y los mapuche eran tensas; en 2018, luego de que Camilo Catrillanca, un mapuche, fuera asesinado en una redada del gobierno en un asentamiento comunal, su muerte se convirtió en un grito de guerra para la oposición al gobierno.

Hoy, los militares vuelven a estar activos en el sur, aunque su misión generalmente se limita a garantizar el libre tránsito en las carreteras”.

Gabriel Boric

El despliegue militar de Piñera fue fuertemente criticado por el entonces congresista Gabriel Boric, quien hizo campaña con promesas de un enfoque menos militarizado del conflicto, incluido un “Plan para el Buen Vivir” que aumentaría el gasto en agua, salud y conectividad a Internet en las comunidades mapuche. También prometió acelerar la devolución de las tierras en disputa.

La nueva estrategia, sin embargo, tuvo un comienzo difícil cuando el ministro del Interior de Boric trató de visitar a la familia de Catrillanca y fue ahuyentado por disparos. Después de retirar a las fuerzas armadas del sur, el gobierno de Boric cambió de rumbo en medio de la continua violencia y la crítica pública. Hoy, los militares vuelven a estar activos en el sur, aunque su misión generalmente se limita a garantizar el libre tránsito en las carreteras.

Cada dos semanas, la administración Boric pide al Congreso que renueve el estado de emergencia, a pesar de las objeciones de importantes miembros de la coalición del presidente. Por su parte, la CAM ve poca diferencia en el enfoque de Boric.

Constitución

El gobierno de Boric también ha visto la reforma constitucional como un camino para solucionar el problema mapuche. Boric apoyó firmemente la Convención Constitucional que se reunió de septiembre de 2021 a julio de 2022, con el 11 por ciento de sus asientos reservados para personas indígenas y un académico de ascendencia mapuche como su primer presidente.

La convención proponía el autogobierno de los pueblos indígenas en un estado “plurinacional” que incluiría sistemas judiciales separados, escaños garantizados para las comunidades indígenas en la legislatura nacional y restitución de tierras. Sin embargo, los votantes rechazaron rotundamente la constitución propuesta en un referéndum nacional, en parte por estas reformas.

El debate sobre una nueva constitución continúa, pero se espera que la próxima propuesta no llegue a un estado “plurinacional”.

Parece claro que la administración de Boris, al igual que sus antecesores, no encontrará soluciones rápidas al problema mapuche. Es probable que la mejora social y la reforma agraria lleguen lentamente, y generar confianza entre los mapuche llevará tiempo”.

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