La Justicia de Nicaragua ha condenado este viernes a 26 años de cárcel al obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, tan solo un día después de que el prelado se negara a abordar un avión que lo habría trasladado a Estados Unidos junto a otros 222 presos que han sido expulsados del país centroamericano.

El Tribunal de Apelaciones de Managua ha sentenciado a Álvarez por la supuesta comisión de los delitos de conspiración, propagación de noticias falsas, obstrucción de funciones y desacato a la autoridad, las cuales suman un total de 26 años y cuatro meses de condena, según ha informado el diario nicaragüense ‘Confidencial’.

Además, el líder religioso perderá su nacionalidad tras haber sido declarado como «traidor a la patria» –tal y como hizo el jueves el Gobierno de Daniel Ortega con las 222 personas excarceladas–, y deberá pasar su pena en la cárcel La Modelo.

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, calificó el jueves al obispo de Matagalpa como un «desquiciado, «energumeno’ y «soberbio», criticando su decisión de aceptar su destierro del país.

«Lo que tenemos es un comportamiento de soberbia, de quien se considera el jefe de la Iglesia en Nicaragua (…) y debe pensar que está a punto de optar el cargo de su santidad el Papa. Está desquiciado, pero eso lo tendrán que decir las autoridades judiciales y las autoridades médicas porque tendrán que atenderlo», aseveró el jefe de Estado nicaragüense en un discurso recogido por ‘La Prensa’.

Álvarez es miembro de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) y en el país es reconocido por su labor en defensa de los Derechos Humanos frente a la opresión sadinista. De hecho, en 2022 se convirtió en el primer obispo de la Iglesia católica en ser arrestado desde que Ortega se hizo con el poder en 2007.

El presidente nicaragüense tildó anteriormente a la Iglesia de «dictadura perfecta» y de «usar» a sus obispos para «dar un golpe de Estado» en el país centroamericano, asegurando que algunos sacerdotes hacían llamamientos al derramamiento de sangre durante la ola de protestas de 2018, que se saldó con la muerte de más de 300 personas.

Con todo, la condena de Álvarez se da un día después de que 222 personas, todas ellas consideradas «traidoras a la patria», fueran deportadas de Nicaragua en un avión rumbo a Estados Unidos, dentro de una medida inédita, ya que habían sido acusadas de incitar supuestamente a la violencia y el terrorismo, así como de perpetrar acciones de «desestabilización económica».

La situación de los presos ha sido motivo recurrente de quejas de la comunidad internacional y de organismos como Naciones Unidas. El Mecanismo para el Reconocimiento de Personas Presas Políticas cifró en enero en al menos 245 la cifra de reclusos, entre ellos diez encarcelados antes de las protestas de 2018, consideradas un punto de inflexión.

El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Turk, reclamó también en diciembre la liberación «inmediata» de 225 personas que permanecían detenidas «arbitrariamente» por su disidencia frente al Gobierno de Daniel Ortega. En su informe periódico de la situación, denunció las condiciones «precarias» en que estaban detenidos esos presos, así como el trato «humillante y degradante» al que se somete a sus familias. (Europa Press)

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Gobierno apela a determinación del Tribunal Ambiental por Dominga


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El gobierno ha decidido apelar a la reciente determinación del Tribunal Ambiental relacionada con el controvertido proyecto minero Dominga. Esta decisión ha generado un amplio debate en la esfera pública, influyendo en diversas áreas como el medio ambiente, la economía y la política.

La apelación surge como respuesta a la resolución del Tribunal Ambiental que había fallado a favor del proyecto Dominga, permitiendo su avance tras años de disputas legales y administrativas. El proyecto Dominga, que contempla la extracción de hierro y cobre en la Región de Coquimbo, ha sido objeto de intensas críticas por parte de organizaciones ambientalistas y comunidades locales, quienes argumentan que podría causar un daño irreparable a los ecosistemas marinos y terrestres de la zona.

El gobierno, al presentar su apelación, argumenta que el fallo del Tribunal no consideró adecuadamente los impactos ambientales negativos que el proyecto podría tener. Además, se cuestiona la evaluación de los estudios de impacto ambiental presentados por la empresa encargada del proyecto, que según las autoridades, contienen deficiencias significativas.

Por otro lado, los defensores del proyecto Dominga sostienen que se han cumplido todos los requisitos establecidos por la normativa ambiental y que el desarrollo del proyecto traerá importantes beneficios económicos, incluyendo la creación de empleos y un impulso a la economía local. La empresa a cargo del proyecto ha manifestado su disposición a implementar medidas de mitigación para minimizar los posibles efectos adversos en el medio ambiente.

La controversia en torno al proyecto Dominga también ha tenido repercusiones políticas, polarizando aún más a los distintos sectores del país. Mientras que algunos grupos políticos apoyan la decisión del gobierno de apelar, argumentando la necesidad de proteger el medio ambiente y las comunidades locales, otros critican la medida, señalando que obstaculiza el desarrollo económico y la inversión extranjera.

En este contexto, el debate sobre Dominga se inserta en un marco más amplio de discusión sobre el modelo de desarrollo que el país desea seguir, equilibrando la protección del medio ambiente con el crecimiento económico. La apelación presentada por el gobierno será revisada por instancias judiciales superiores, que deberán considerar los argumentos de ambas partes antes de emitir un veredicto final.

La decisión de apelar también pone de manifiesto la importancia de fortalecer los procesos de evaluación ambiental en el país, asegurando que sean rigurosos y transparentes. Este caso resalta la necesidad de contar con mecanismos efectivos que garanticen que los proyectos de gran envergadura como Dominga se desarrollen de manera sostenible y responsable.

En conclusión, la apelación del gobierno a la determinación del Tribunal Ambiental en el caso del proyecto Dominga es un reflejo de las complejas interacciones entre desarrollo económico y conservación ambiental. El resultado de este proceso judicial tendrá implicaciones significativas para el futuro de la minería y la protección del medio ambiente en el país.