La Hermana Isabel Tapia Farfán, miembro de la Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, ha dedicado su vida a la fe y al servicio a los más necesitados. A sus 65 años de edad, se mantiene firme en su propósito, actuando como directora del Hogar Nuestra Señora de Andacollo en Las Compañías, Chile.
La Hermana Isabel, originalmente de Cuenca, Ecuador, encontró su vocación en la misma congregación que había acogido a su hermana mayor. Desde su juventud, se sintió llamada a “hacer el bien sin recibir una recompensa”, siguiendo los pasos de su hermana para servir a los ancianos en sus últimos años de vida.
La Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados fue fundada en 1873 en Valencia, España por Santa Teresa de Jesús Jornet. Su misión era proporcionar asistencia tanto corporal como espiritual a las personas mayores, una misión que Isabel se esfuerza por continuar hoy en día.
Durante su carrera en la congregación, la Hermana Isabel ha servido en Perú, Bolivia, Argentina y Brasil. Sin embargo, ha pasado los últimos cinco años en Chile, sirviendo como directora del Hogar Nuestra Señora de Andacollo.
Aunque ha experimentado situaciones difíciles, como el abandono de ancianos y la lucha contra la pandemia de COVID-19, la Hermana Isabel se mantiene firme en su compromiso. A pesar de las dificultades, encuentra “gozo y satisfacción” en su trabajo, especialmente cuando puede proporcionar una vida digna a los ancianos que están a su cuidado.
Siguiendo el lema de Santa Teresa de Jesús Jornet, la Hermana Isabel se esfuerza por “cuidar los cuerpos para salvar las almas”. Este enfoque se refleja en su trabajo en el Hogar Nuestra Señora de Andacollo, donde se dedica a cuidar a los adultos mayores y a fomentar su espiritualidad.
Aunque la participación en las ceremonias religiosas es voluntaria para los residentes del hogar, la Hermana Isabel ha observado que muchos de ellos se acercan a la fe con el tiempo. Sin embargo, independientemente de sus creencias religiosas, todos los residentes del hogar son tratados con igualdad y dignidad.
La pandemia de COVID-19 ha sido uno de los desafíos más difíciles que la Hermana Isabel ha enfrentado en su vida religiosa. A pesar de las muertes y las dificultades que han acompañado a la pandemia, la Hermana Isabel se mantiene firme en su compromiso de servir a los ancianos.
Actualmente, el Hogar Nuestra Señora de Andacollo está llevando a cabo una campaña para recaudar fondos para la reparación de su techo. Esta campaña anual, que se retomó después de la pandemia, es fundamental para mantener el hogar en funcionamiento.
El hogar, que alberga a 92 residentes, es dirigido por la Hermana Isabel y tres otras religiosas. Además, cuentan con el apoyo de 22 cuidadores y otros profesionales y trabajadores que ayudan en las diferentes labores del hogar.
Aunque el hogar recibe apoyo del Estado a través de Senama y de las familias de los residentes, estos fondos a menudo no son suficientes para cubrir todos los gastos. Por lo tanto, la campaña de recaudación de fondos es vital para la sostenibilidad del hogar.
A pesar de las dificultades, la Hermana Isabel se mantiene firme en su compromiso de servir a los ancianos. “Si tuviera que volver a nacer, volvería a optar por la misma vida. Yo soy feliz en medio de las dificultades que también existen, me veo realizada en lo que hago”, concluye.