Conocida por sus estrictas políticas migratorias, Australia es uno de los pocos países que niegan visas a personas con discapacidades o enfermedades que podrían incurrir en altos costos médicos. Esta severa normativa ha generado un intenso debate entre las autoridades y los grupos de activistas que acusan al país de discriminación sistemática.
Australia, junto con Nueva Zelanda, se distingue por su inflexible enfoque hacia la inmigración. A pesar de ser un país multicultural que se enorgullece de su diversidad, con más de siete millones de residentes extranjeros que representan casi el 30% de la población total, Australia ha sido criticada por su trato hacia los inmigrantes con discapacidades o enfermedades complejas.
La política actual establece que si el costo del tratamiento, medicamentos y cuidados de un individuo supera los 86.000 dólares australianos (unos 50 millones de pesos), se le negará automáticamente la visa. Esta regla se aplica incluso a las personas que ya viven en Australia y que han formado familias o llevan años trabajando en empresas locales.
Jan Gothard, una abogada especializada en inmigración e inclusión, señaló a la BBC Mundo que Australia sigue tratando a las personas con discapacidades como lo hacía en 1901, y criticó la percepción persistente de que las personas con discapacidades no son bienvenidas en el país. Esta discriminación hacia las personas con problemas de salud y discapacidad se remonta a la época de la Ley de Restricción de la Inmigración de 1901, que también establecía requisitos basados en el color de piel de los inmigrantes potenciales.
La estricta política migratoria de Australia ha resistido los esfuerzos por incorporar políticas antidiscriminatorias o de inclusión. Incluso aquellos que han vivido en Australia durante años, incluidos los niños que nacieron allí, pueden verse afectados si se considera que son una carga económica para el Estado. Esta regla se aplica a pesar de tener un seguro médico o los medios para pagar su propio tratamiento.
Los activistas han instado a las autoridades a revisar la legislación, incluyendo el cálculo del costo del apoyo educativo. Argumentan que la política actual discrimina a las familias cuyos hijos tienen trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), autismo o síndrome de Down.
Aunque el gobierno australiano ha aumentado recientemente el presupuesto para estos casos, los defensores de los derechos de los inmigrantes sostienen que estas medidas no son suficientes. Según las estadísticas, entre 2021 y 2022, casi 2.000 personas no pudieron ingresar a Australia debido a una discapacidad o enfermedad.
Los Casos de Luca y Darcy
La BBC Mundo destacó las historias de Luca y Darcy, dos niños nacidos en Australia cuyas familias ahora enfrentan la incertidumbre debido a los altos costos médicos asociados con sus condiciones de salud.
Luca nació en 2022 en un hospital de Perth con un diagnóstico de fibrosis quística. Después de vivir en Australia durante más de ocho años, la vida de su madre Laura Currie y su padre Dante cambió radicalmente cuando el gobierno puso fin a sus visas y les informó que no podrían quedarse permanentemente.
La madre de Luca, Laura, expresó su angustia por la situación, describiendo su dolor por su hijo, un niño de dos años y medio que, según ella, no merece ser discriminado de esta manera.
El caso de Darcy es similar. Su madre, Claire Day, ha trabajado durante más de 21 años como agente de la Policía Metropolitana de Londres. A pesar de cumplir todos los requisitos para emigrar a Australia y mejorar la vida de su hija, Claire fue informada de que las probabilidades de recibir una visa eran prácticamente nulas debido al síndrome de Down de Darcy, su hija de 10 años.
Estos casos resaltan las dificultades que enfrentan las familias con niños con discapacidades que desean vivir en Australia, y ponen de relieve las críticas contra las políticas migratorias del país.