En pleno vuelo, un pasajero dejó una nota a una de las azafatas con un mensaje claro: exigía un millonario rescate o, de lo contrario, haría estallar una bomba. Después de una serie de eventos, el individuo logró obtener el dinero y, tras cumplir con sus demandas, se lanzó en paracaídas.
Aunque esto podría parecer el guion de una película, realmente ocurrió. Lo más insólito es que, a pesar de haber pasado 53 años, nunca se volvió a saber del sujeto.
Entre los numerosos casos que el FBI ha tenido que investigar, este destaca no solo por el inusual modus operandi del implicado, sino porque se convirtió en el único secuestro de avión comercial que el Buró Federal de Investigaciones no pudo resolver.
El caso en cuestión es el de D. B. Cooper, nombre erróneamente atribuido por la prensa a un hombre que había comprado su pasaje bajo el nombre de Dan Cooper.
El secuestro del vuelo 305
El 24 de noviembre de 1971, un pasajero del vuelo 305 de Northwest Orient, que despegaba de Portland con destino a Seattle, entregó una nota a la asistente de vuelo Florence Schaffner.
Inicialmente, la azafata pensó que se trataba de un número de teléfono y guardó el papel sin leerlo. Al darse cuenta de esto, el hombre la llamó nuevamente y le susurró: “Señorita, le recomiendo que lea la nota. Tengo una bomba”.
Siguiendo las indicaciones del pasajero, la asistente de vuelo desdobló el mensaje y leyó: “Tengo una bomba en mi maletín. La usaré si es necesario. Quiero que se siente junto a mí”. Además, el secuestrador exigía 200 mil dólares en efectivo y dos juegos de paracaídas.
El misterioso sujeto le advirtió cómo quería que se le entregara su pedido una vez que la aeronave aterrizara en Seattle. De lo contrario, afirmaba, haría estallar la bomba.
La azafata informó rápidamente, y de la manera más discreta posible, a la cabina. De esta manera, el piloto, William Scott, alertó al control del tráfico aéreo, quienes a su vez notificaron de la situación a la Policía y el FBI.
Tras una serie de comunicaciones, el propio presidente de la aerolínea le pidió al piloto que cooperara con las instrucciones del secuestrador. Durante esos tensos momentos, la azafata volvió hacia Cooper, quien abrió un maletín para mostrarle varios cilindros rojos con cables y una batería.
Convencida de que la bomba era real, la sobrecargo regresó a la cabina, por orden del sospechoso pasajero, para que informara al capitán que no aterrizara hasta que el dinero y los paracaídas estuvieran listos en el aeropuerto.
A las 17:39 horas el avión aterrizó en Seattle luego que se confirmara que lo requerido por Cooper estaba listo. En el terminal aéreo ordenó la liberación de todos los pasajeros además de Schaffner, pero retuvo al piloto Scott, a la azafata Tina Mucklow, al primer oficial Bob Rataczak y al ingeniero de vuelo H. E. Anderson.
Después de revisar los billetes y los paracaídas que se le entregaron, Cooper ordenó el despegue de la aeronave, lo que ocurrió a las 19:40. La idea del sujeto era llegar hasta Reno, Nevada, en donde se reabastecerían nuevamente. Sin embargo, durante esta ruta ocurrió lo más sorprendente.
Los informes detallan que Cooper ordenó a Scott que dejara la cabina despresurizada. Esto, para evitar una salida violenta de aire y además facilitar la apertura de alguna de las puertas de la nave.
Luego de pedirle a Mucklow que se fuera a la cabina, Cooper abrió una puerta y se lanzó al vacío en pleno vuelo con un paracaídas. De acuerdo al FBI, esto ocurrió a las 20:13.
Una vez que aterrizó en Reno, el avión fue revisado por agentes de la policía y el FBI para encontrar pistas sobre el misterioso hombre. Pero no había rastros del secuestrador, del maletín ni del dinero.
De hecho, por increíble que parezca, los investigadores nunca pudieron encontrar al sospechoso. Recién nueve años después, por casualidad, un niño encontró una muy pequeña parte del botín mientras paseaba en un camping con su familia a orillas del río Columbia en Vancouver, Washington. El resto del dinero jamás se pudo ubicar.
La velocidad a la que iba el avión al momento del salto, la diferencia de altitud así como la incertidumbre sobre el momento exacto en que se lanzó, impidieron determinar el punto exacto de aterrizaje de Cooper.
El secuestrador aéreo más famoso
Conocido como “D.B. Cooper”, este sospechoso continúa siendo el secuestrador aéreo más famoso en la historia de los Estados Unidos, principalmente porque, si bien el FBI interrogó a más de 1000 sospechosos, nunca fue posible hallar a Cooper. pic.twitter.com/WCCek4Lrg4
— ÊŸá´‡á´Â ᴀʟᴠᴀʀᴇᴢ (@leoalvarez1899) January 31, 2020
Tras varias semanas de intensa búsqueda, en la que incluso colaboró el Ejército estadounidense, no se pudo encontrar mayores pistas sobre el paradero del sujeto, por lo que hasta hoy existe controversia sobre la zona en la que habría tocado tierra, y si es que realmente sobrevivió al salto.
Pese a que sólo se pudieron recuperar 5.880 dólares, de un total de 200.000, este hallazgo hizo pensar al FBI de que Cooper no salió con vida del salto, ya que indicaron que era poco probable que un criminal dejara parte de su botín tras haber arriesgado su vida de manera tan notable.
FBI cierra el caso
En 2016, las autoridades cerraron oficialmente la investigación para así centrarse en otras más urgentes, siendo así el primer caso de un secuestro de un avión comercial que el FBI no pudo resolver.
“Tras desarrollar una de las investigaciones más largas de la historia, este 8 de julio, el FBI redireccionará los recursos dedicados al caso D.B. Cooper para enfocarse en otras prioridades de investigación”, indicó un comunicado de la agencia federal en aquella oportunidad.
“Durante los 45 años de pericias, el FBI revisó exhaustivamente las pistas creíbles, recogió toda la evidencia disponible y entrevistó a todos los testigos identificados“, añadió.
