Las recientes precipitaciones pluviales y nivales en la región de La Serena, en Chile, han traído consigo alivio y esperanza para muchas personas, especialmente para aquellos que viven del agro. El agua embalsamada recogida tras estas lluvias ha generado un impacto positivo en la disponibilidad de agua para la agricultura en la región.
Pablo Álvarez, Director del Laboratorio de Prospección, Monitoreo y Modelación de Recursos Agrícolas y Ambientales (PROMMRA) del Departamento de Agronomía de la Universidad de La Serena (Userena), proporcionó detalles sobre el impacto de las lluvias en los embalses de la región. Álvarez explicó que el embalse de La Paloma recibió cerca de 10 millones de m³ de agua, aumentando su capacidad de 37 millones a casi 47 millones. Sin embargo, a pesar de este incremento significativo, el director enfatizó que la capacidad total del embalse es de 750 millones de m³.
Otros embalses también se beneficiaron de las lluvias. El embalse de Cogotí, que tiene una capacidad total de 150 millones de m³, aumentó de 20 millones a casi 28 millones. El embalse El Recoleta vio su capacidad subir de 12 millones a cerca de 14 millones. Además, el embalse Corrales experimentó un aumento de 35 millones de m³ a 37 millones. Incluso con la escasa escorrentía, el embalse El Puclaro también vio un aumento de 24 millones de m³ a aproximadamente 25,5 millones.
Álvarez también explicó que, aunque las lluvias fueron importantes en cantidad y distribución, mucha de la precipitación cayó en forma de nieve en la cordillera. Por lo tanto, el impacto de este frente en los embalses se notará mucho más durante la época de deshielo, probablemente con crecidas en los caudales en primavera o a partir de octubre.
A pesar de estas noticias positivas, Álvarez subrayó que la región aún no ha salido de la condición crítica en ninguno de los embalses y está lejos de estar en la condición deseable o normal. La región tiene una capacidad de almacenamiento de 1.330 millones de m³, de los cuales sólo un 13% está lleno de agua. Esto deja más de 1.000 millones de espacio, que podría llegar a llenarse si se tienen 2 o 3 años seguidos con condiciones climáticas similares a las actuales.
Al ser consultado sobre el agua embalsada en el territorio elquino, Alex Cortés, ingeniero Repartidor y Gerente de la Junta de Vigilancia del Río Elqui, también presentó un balance preliminar positivo. Según Cortés, en El Puclaro, el agua subió 38 cm el sábado y 19 cm más el domingo. Además, el caudal de entrada era del orden de los 8 m³ por segundo, cuando normalmente se tenía entre 3 o 3,2. Este pico se produjo debido a las precipitaciones y las bajadas de quebradas.
En el contexto de las precipitaciones, se puso en marcha el bombardeo de nubes, una técnica que busca estimular artificialmente la lluvia. Según Cortés, esta medida sobrepasó las expectativas, ya que se pronosticaba la caída de 27 mm, pero cayeron 41,5 mm. Sin embargo, este es un proyecto piloto y sus resultados serán analizados en conjunto con el CEAZA.
Hugo Miranda, Presidente de la Junta de Vigilancia de Río Hurtado y sus afluentes, también se refirió a este tema. Miranda señaló que los volúmenes en los embalses son de 46.898.000 m³ en La Paloma, 13.640 m³ en Recoleta, y 26.847.000 m³ en Cogotí. En cuanto a la nieve almacenada en la cordillera, Miranda expresó que esto permitiría tener un año más cerca de lo normal en cuanto a la distribución de agua para los regantes y el almacenamiento de agua, asegurando al menos 2 años de riego si se administra cautamente.
Por su parte, José Eugenio González, Presidente de la Comunidad de Agua del Embalse La Paloma y la Junta de Vigilancia del Río Limarí, mencionó que antes de la lluvia se estimaba que había un equivalente de agua en la cordillera de 155 millones de m³. Este número probablemente aumentó debido al incremento de alrededor de 50 cm de nieve.
González sostuvo que, a pesar de los pronósticos de que se avecinaba el fenómeno de La Niña, los pronósticos son positivos, ya que se dice que aún no está presente y que deberían seguir las lluvias durante agosto. Estas declaraciones y datos resaltan la importancia de las precipitaciones y la gestión del agua para la vida y la economía de las regiones agrícolas.
