No hay ‘conversación’ empresarial que se precie hoy en día en la que no aparezcan los términos ESG y/o digitalización, pero especialmente la primera. Siendo el seguro un medio para proteger y transferir los riesgos que afrontan individuos y empresas en su vida o actividad habitual, no puede ser ajeno al concepto. Si es algo que preocupa al cliente, desde luego, importa a las aseguradoras.
Pero, dentro de ese concepto que todos conocemos por sus siglas en inglés (Environmental, Social y Governance) y que hace referencia al compromiso medioambiental, social y de buen gobierno de las compañías, la parte que está cobrando más relevancia en Europa y Estados Unidos en los últimos tiempos es la relacionada con la “E”, el medio ambiente. Y no solo para el ramo de responsabilidad medioambiental, sino también para otros que pueden parecer más extraños a este concepto, como el de D&O. Se preguntarán ustedes en qué medida pueden afectar los riesgos relacionados con el medio ambiente a la actividad de consejeros y directivos más allá de la cobertura que ofrecen las pólizas relacionadas con el mantenimiento del entorno natural.
Desde las aseguradoras estamos detectando mucha actividad, especialmente de las grandes empresas, en este sentido, porque las organizaciones medioambientales les están exigiendo rendir cuentas de sus promesas de reducción de emisiones, por ejemplo. Existe cada vez más un control para que los propósitos que se plasman en los papeles no sean una mera declaración de intenciones, sino que se cumplan. Algo que puede acabar afectando financieramente a las compañías que no tomen medidas. En este sentido, los aseguradores tenemos que conocer qué es importante para cada industria en relación con este asunto para poder gestionar pólizas de forma eficaz.
Por otra parte, estamos observando que, desde la perspectiva de los siniestros, se están tomando medidas que afectan a directivos, incluso judiciales, relacionadas con aspectos como la repercusión de las emisiones de gases en la salud de las personas o la falta por parte del Consejo de adoptar e implementar una estrategia climática que realmente se alinee con el Acuerdo de París. Un asunto que está favoreciendo la llegada de las demandas colectivas, las ‘class actions’ tan populares en Estados Unidos, a países europeos ajenos a la órbita y tradición anglosajonas. Disponer de un ‘acompañante’ con experiencia en la gestión de este tipo de situaciones en países donde es habitual ofrece tranquilidad y una ventaja a los asegurados.
Y también relacionadas con la ESG, en este caso con la S, la parte más social del concepto, hay otro tipo de reclamaciones en aumento que afectan a los directivos y consejeros, las que tienen que ver con la discriminación, la diversidad o asuntos de derechos humanos. Estas se unen a otras tendencias ajenas al concepto de sostenibilidad, como las relacionadas con las SPACs (Special Purpose Acquisition Company, que son empresas que salen a cotizar a bolsa sin actividad y con el único objetivo de captar dinero para comprar una compañía; tras ser tendencia en 2020 y 2021, en la actualidad muchas cotizan por debajo del nivel de su salida), o la ciberseguridad. Todas ellas en el foco de las cada vez más intensas investigaciones de los reguladores.
Al mismo tiempo, las compañías de seguros, al menos en la que trabajo, aplicamos igualmente el compromiso con la E de la ESG a nuestros propios procesos y estamos alineando esfuerzos en sostenibilidad con una estrategia empresarial enfocada a la rentabilidad y la excelencia. Y no solo eso, tenemos en cuenta la sostenibilidad cuando innovamos. Para ello, creamos nuevas pólizas que ayudan a los clientes a gestionar su riesgo climático y estamos pendientes tanto de ellos como de los mediadores, porque sabemos que sus necesidades, como la propia naturaleza, son cambiantes.