Vecinos temen que tradicional sector de Coquimbo se transforme en un “barrio rojo”

Los residentes de un sector aledaño a la Iglesia San Luis, en una ciudad no identificada, han manifestado su preocupación por lo que perciben como un deterioro de la seguridad y la calidad de vida en su vecindario. Según ellos, su barrio, que alguna vez fue tranquilo, está en riesgo de convertirse en un «barrio rojo», una referencia a áreas conocidas por la actividad delictiva y el tráfico de drogas.

Los residentes afirman que la delincuencia y el microtráfico han invadido la mayoría del tradicional barrio, y piden a las autoridades civiles y policiales que intervengan antes de que la situación se deteriore aún más. Muchos de ellos sienten que su calidad de vida se ha deteriorado a tal punto que se sienten inseguros incluso en sus propios hogares.

El barrio, situado a solo unas cuadras del centro de la ciudad y hogar de una abundante población de tercera edad, ahora se considera peligroso para caminar después de las 8 p.m. Los residentes informan que tienen que encerrarse en sus casas temprano, «como si estuvieran con toque de queda», y aún así, no se sienten seguros. Según los informes, varias casas en el área han sido robadas.

Mabel Rojas, una líder social local y miembro de la junta de vecinos, explicó que algunos de los residentes más viejos han tenido que instalar alambre de púas en las cercas de sus propiedades debido a los repetidos intentos de robo. Rojas también mencionó un incidente en el que los delincuentes robaron un estacionamiento y luego ingresaron a la casa que estaba detrás de este.

Carlos Soto, otro residente del área, expresó su frustración con la creciente delincuencia en el barrio. Según Soto, la policía no mantiene una vigilancia constante en el área a pesar de las repetidas quejas de los residentes. «Aquí ya parece un pueblo sin ley», dijo. «Necesitamos vigilancia nocturna».

Un residente que prefirió mantener el anonimato por temor a represalias, afirmó que la situación ha empeorado en los últimos tres años. Según este residente, incluso se ha establecido un prostíbulo clandestino en el barrio.

Los residentes señalan que la situación empeora los fines de semana, cuando aparentemente hay un aumento en el consumo y tráfico de drogas. A pesar de las recientes patrullas policiales durante el día, los residentes sienten que estas medidas son insuficientes, ya que la mayoría de los incidentes ocurren durante la noche.

Los residentes también han informado de incidentes violentos que ocurren a plena luz del día. En enero, se informó de un incidente en el que dos extranjeros atacaron a un ciudadano local, golpeándolo en la cara y apuñalándolo con un cuchillo.

Los residentes también han informado de situaciones perturbadoras, como gritos de angustia en la noche, que han contribuido a su creciente temor e inseguridad.

Laura Puente, una residente de larga data del área, confirmó que los robos ocurren a diario. Según ella, los delincuentes han intentado ingresar a las casas incluso cuando los residentes están adentro. Puente también mencionó que algunos residentes extranjeros habían tomado las calles para despedir a uno de los suyos que había fallecido, apoderándose de los espacios públicos sin intervención de las autoridades.

En resumen, los residentes sienten que han perdido la calidad de vida que tenían antes y que ya no hay vecino al que no le hayan robado o asaltado, especialmente por la noche.

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