Filosofía y barbarie

El intelectual argentino dialogó con Revista Punzó. Analizó los procesos independentistas latinoamericanos, reivindicó la ensayística nacional y cuestionó el concepto de progresismo.

Por Marcelo Ibarra

Autor de numerosos artículos y libros, Eduardo Grüner participó en una gran cantidad de revistas, como Sitio, Cine Grafo, Conjetural, El Cielo por Asalto, Confines y El Ojo Mocho, junto a Horacio Tarcus, Nicolás Casullo y Horacio González, entre otros. Reconoce que los libros que publicó “tienen que ver con algunas de estas indisciplinas”.

Se formó académicamente en los 60, época en la cual “las fronteras entre las disciplinas eran más permeables, más porosas”. “Tengo un papel de la UBA que me informa que soy sociólogo”, ironiza, dado que también cursó la mitad de la carrera de Filosofía y “un montón de materias de Antropología”. De todos modos, afirma: “siempre me pensé a mí mismo, ante todo, como un ensayista crítico”.

En esta charla con Revista Punzó, habló sobre La oscuridad y las luces. Capitalismo, cultura y revolución (Edhasa, 2010), devenido en un clásico de los estudios anticoloniales, el aporte de la ensayística crítica al pensamiento nacional, a propósito de la flamante reedición de Lo solido en el aire : el eterno retorno de la crítica marxista (Clacso, 2021) y también sobre el vínculo entre “clase media” y progresismo.

—Respecto a tu formación, ¿cuáles serían tus líneas de investigación, tus tópicos de interés dentro de tu producción intelectual?

—Respecto de mis líneas de trabajo, siempre me interesó mucho la literatura y el arte. Desde muy joven, intenté escribir. Y, por otro lado, cuando se fundó la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), después de la dictadura, caí por circunstancias de la vida en la carrera de Ciencias Políticas, como auxiliar de primera y luego adjunto de Atilio Borón, en la cátedra de Teoría política. Simultáneamente, concursé en una materia, Literatura y Cine, en la carrera de Artes. Sociología y Antropología del Arte. Mi trabajo académico se dividió entre la filosofía política y la sociología del arte.

Mencionaste la Antropología, que está muy presente en tus ensayos. Pero también me parece que hay, corregime si me equivoco, una perspectiva filosófica muy fuerte. No es sólo decir “leí Hegel” o “estudié a Kant” y “sé de lo que hablan”. Sino que hay algo que postulás en La oscuridad y las luces, la colonialidad del saber, que me gustaría que desarrolles. Me parece que ese texto tiene un gran componente anticolonial.

—Sí, esa es la intención de ese texto particular y de otros, quizás menos centralmente, como El fin de las pequeñas historias(2002). Ante todo, lo de colonialidad del saber remite a la colonialidad del poder de Quijano. En el caso de La oscuridad y las luces, fue un encuentro sorpresivo con la revolución haitiana y era una buena entrada, partiendo de un acontecimiento concreto americano, para desarrollar algunas ideas que me venían atormentando sobre la modernidad, el eurocentrismo y el continum colonial-capitalista. Para mí, son dos cosas que están estrechamente ligadas. Sería imposible hacer una crítica consecuente del capitalismo sin meterse con el colonialismo. Partiendo de un acontecimiento concreto, pero muy singular y único en la historia de los movimientos anticoloniales, me permitió hacer esta crítica del eurocentrismo o la colonialidad, sin caer en una postura sectaria, excluyente de fanatismo “américo-centrista”, que me dejaba en una simetría especular con aquello que criticaba. Me obsesionaba salirme de ese binarismo mutuamente excluyente, situarme en ese lugar de conflicto, de tensión.

Por otra parte, intento hacer una distinción teórica, entre autores y teorías eurocéntricas y las “eurocentradas”. Hay una serie de autores europeos que, aunque no se ocupen directamente de Latinoamérica, tienen una lógica de pensamiento que permite hacer la propia crítica de aquello que nos ocupa: Sartre, Adorno, Benjamin, Marx, Freud, se montan en otra lógica que descoyunta esa oposición.

—¿Por qué la modernidad no puede ser entendida como un bloque “homogéneo, simétrico, armónico”? Allí hay una problematización sobre la Revolución de Haití.

—No es solamente por eso, pero la Revolución Haitiana es un caso límite, extremo, ejemplar, paradigmático. La modernidad no es una construcción puramente europea. Si pensamos eso anulamos o negamos la cuestión del colonialismo. Es imposible pensar la modernidad sin esa otra cara que fue, en el fondo, la que le permitió a Europa construir su propia modernidad. En el famoso capítulo XXIV de El Capital, Marx es claro; para él, la esclavitud de los africanos llevados a América es un elemento central de la acumulación originaria del capital en el centro europeo. Esta “otra cara” significa que la modernidad está partida, fracturada. Es como el inconsciente freudiano o, tomando una famosa expresión de Jameson, “el inconsciente político de la modernidad”. Esto demuestra que la historia no es ese tiempo lineal, homogéneo y vacío, como dice Benjamin, sino que es un proceso desigual y combinado de muy diferentes ritmos y lógicas históricas que terminaron siendo subordinadas por la lógica dominante del centro europeo.

La misma idea de “progreso” es dependiente de la filosofía de la historia de los vencedores, explica Benjamin, lineal, evolutiva. Pero, para los vencidos, oprimidos, colonizados, explotados, la historia no es ningún progreso, es una regresión permanente. Hay que pensar desde el conflicto mismo de esas dos temporalidades.

Haití era una colonia francesa desde fines del siglo XVII, previamente española. La revolución haitiana empieza en 1791 cuando los esclavos negros de origen africano, el grueso de la población esclavizada por los franceses, se enteran de que en la potencia central hubo una gran revolución, que produjo un extraordinario documento, que es la “Declaración de los Derechos Universales del Hombre y el Ciudadano”. Entonces, dijeron “somos libres”. Les dijeron: “no señores, ustedes proporcionan la fuerza de trabajo esclava en Haití”, que producía la tercera parte de los ingresos del estado francés.

—¿Por qué decís que la revolución haitiana es un caso límite y extremo?

En principio, porque no se propone la independencia ni la abolición de la esclavitud. Anacrónicamente, diríamos que empieza por “reivindicaciones gremiales”: menos horas de trabajo, descanso los domingos, alimentos. Pero, en la marcha misma de esa insurgencia, se advirtió que la única manera era pelear por la emancipación de la esclavitud y como siguiente paso, la independencia. Lo importante es que, habiendo estallado la Revolución en 1791, en 1794 los insurrectos logran que la Asamblea Nacional francesa decrete la abolición de la esclavitud en las colonias.

Ahora bien, un eje de especulación que uso en el libro es este: nosotros estamos acostumbrados desde el colegio secundario a pensar que las revoluciones independentistas fueron un reflejo, un efecto, de la revolución francesa. Pero acá tenemos un caso inverso: es la revolución haitiana la que obliga a la francesa a ser consecuente con sus propias premisas de libertad, igualdad y fraternidad. Esta es una demostración dramática y extrema de cómo esa construcción de la modernidad es una “co-producción” entre el centro europeo y las colonias en desigualdad de condiciones.

—Ahora que lo decís, pienso en la Revolución de Mayo, donde todos eran funcionarios del Estado, criollos y blancos en su mayoría.

—Es que la de Haití no sólo es la primera revolución independentista, sino y por muy lejos, la más radical porque es la única donde las clases explotadas por excelencia —esclavos negros de origen africano— toman el poder. Es más complejo el tema de la revolución mexicana, donde el componente indígena, campesino y mestizo fue muy fuerte. En el resto de las revoluciones independentistas los protagonistas eran, como decís vos, las élites blancas en un tironeo con las élites coloniales, que cuando Napoleón invade España vieron la oportunidad de hacer negocios por cuenta propia. En cambio, la de Haití fue una revolución dirigida y protagonizada por sus propios esclavos. ¿Cómo llamarla? Es muy difícil. Es anticolonial también. Tuvo enormes consecuencias culturales y filosóficas.

—En Lo sólido en el aire hablás de la ensayística, el devenir trágico del intelectual. ¿Qué papel cumplió la ensayística crítica en la historia válida, las narraciones o interpretaciones dominantes?

—Tuvo un papel fundamental. Si nos quedamos en Argentina, hasta cierto estilo de ensayismo podríamos decir que es casi un invento argentino que viene desde Sarmiento, ya que Facundo es un gran ensayo crítico, de una gran potencia, más allá de si está bien o mal lo que dice Sarmiento. Lo mismo vale para Martínez Estrada. Esa tradición se desarrolló muy ricamente en la historia de la cultura y la literatura argentina hasta culminar en cosas como Contorno. Es una tradición que ha hecho mucho por abordar las cuestiones nacionales de la cultura, de la historia, de una manera muy compleja y muy rica, mucho más compleja y rica que la sociología científica.

Acaba de fallecer el querido Horacio González, que fue un pionero en discutir esto en la carrera de Sociología, que fue docente mío. Inteligentísimo y prematuro. Él peleaba contra el reduccionismo cientificista desde el ensayo crítico. Siempre privilegié ese estilo y me costó no pocos problemas. Cuando se retornó a la democracia, en la universidad argentina, comenzó a privilegiarse la lógica cientificista, de los papers académicos, asfixiados por todas clases de reglas y de la necesidad de publicar en revistas indexadas. Yo no hice nunca nada de eso y me fue relativamente bien. No siempre hay necesidad de someterse.

—Vos decís que el intelectual crítico es “inenrolable” y “disfuncional”. Lo sacás de lo contingente, lo partidario. Si bien no lo mencionás abiertamente, hablás del conflicto por las retenciones de 2008 y entiendo que aludís a Carta Abierta como colectivo de intelectuales, y decís que el intelectual tiene que oponerse a la cultura, en el sentido de hegemonía.

—Primero, aclaro que la mayoría de los intelectuales interesantes de Carta Abierta son amigos míos. No es una pelea personal con ellos ni tampoco con Carta Abierta en este terreno donde vos me estás llevando (risas). Lo que me fastidió un poco fue este mito que se creó de que, a través de fenómenos como Carta Abierta, habían retornado los intelectuales al ruedo, a la arena pública. Entonces, me limito a recordar que todos nosotros, estuviéramos o no en Carta Abierta, desde hacía 20 o 30 años veníamos organizando revistas, mesas redondas. Es decir, tampoco era un gran invento que cayó del cielo. Como decía David Viñas, un intelectual crítico nunca puede ser oficialista. Eso no significa que no pueda o deba, en determinadas circunstancias, tener simpatías, adhesiones, seguimientos, acompañamientos a “x” partido, movimiento o gobierno. El lugar incómodo del intelectual es que tendría que poder hacer todo eso al mismo tiempo no siendo oficialista, no sometiendo su pensamiento crítico a los dictados más coyunturales o dogmáticos de un partido o movimiento. Es una tensión permanente a la que está obligado el intelectual. También hay que desconfiar de los intelectuales que sufren. Se supone que elegiste eso, te da placer, te gusta.

—Te referís al progresismo como un “brumoso concepto”, ya no como la evolución “progresista” de la historia, sino como ideario político. Aparece el nombre de Rodríguez Zapatero, que puede ser intercambiable prácticamente por cualquier dirigente del mundo. ¿Se puede definir el progresismo? ¿Qué análisis hacés?

—Qué difícil, eh. Yo diría del progresismo que ocupa ese lugar que, en términos sociológicos, ocupa eso que se llama la clase media, y no casualmente asocio las dos categorías. Si uno se pone en sociólogo estricto, la clase media no es ninguna clase, es una especie de espacio indeciso, residual. Es un lugar imposible.

—Es la hipótesis que trabaja Ezequiel Adamovsky en Historia de la clase media argentina.

—Exacto. No se puede ser “medio burgués” y “medio proletario”, “medio nacional” y “medio eurocéntrico”. Pero es muy tranquilizador porque se siente que uno está en un lugar más o menos destacado, relativamente cómodo, hasta que las crisis económicas te hacen entrar en pánico porque es mucho más probable la “movilidad social descendente” que ascendente. En una sociedad como la capitalista es más fácil caerse que levantarse.

Como ideología difusa, el progresismo ocupa este lugar residual. Todos aquellos que tienen una cierta sensibilidad social, que no están a favor de la súper explotación de los sectores más oprimidos, pero que tampoco quisieran pensar en términos demasiado grandilocuentes de transformaciones radicales. Es una suerte de trampa, parafraseando a Kierkegard, para quien una verdadera repetición siempre aparece como novedad. Eso pasó en Argentina con Frondizi, que tentó a cierto sector de la izquierda y la izquierda peronista, pasó con Alfonsín, con “Chacho” Álvarez, tenemos muchos ejemplos que terminan confundiendo la discusión porque cuando aquellos que apuestan a esas variantes se sienten desencantados o frustrados, hablan de “traición”, lo cual es absurdo porque ni Frondizi, ni Alfonsín traicionaron, sino que tenían una política en la que vos creíste que participando de ella podías radicalizar. Cuando no pudiste hacerlo, te sentiste traicionado. El que estabas equivocado eras vos y no ellos. Además, hay una experiencia histórica de fracaso.

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Revista Punzó9 julio, 202113 julio, 2021

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Gobierno apela a determinación del Tribunal Ambiental por Dominga


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El gobierno ha decidido apelar a la reciente determinación del Tribunal Ambiental relacionada con el controvertido proyecto minero Dominga. Esta decisión ha generado un amplio debate en la esfera pública, influyendo en diversas áreas como el medio ambiente, la economía y la política.

La apelación surge como respuesta a la resolución del Tribunal Ambiental que había fallado a favor del proyecto Dominga, permitiendo su avance tras años de disputas legales y administrativas. El proyecto Dominga, que contempla la extracción de hierro y cobre en la Región de Coquimbo, ha sido objeto de intensas críticas por parte de organizaciones ambientalistas y comunidades locales, quienes argumentan que podría causar un daño irreparable a los ecosistemas marinos y terrestres de la zona.

El gobierno, al presentar su apelación, argumenta que el fallo del Tribunal no consideró adecuadamente los impactos ambientales negativos que el proyecto podría tener. Además, se cuestiona la evaluación de los estudios de impacto ambiental presentados por la empresa encargada del proyecto, que según las autoridades, contienen deficiencias significativas.

Por otro lado, los defensores del proyecto Dominga sostienen que se han cumplido todos los requisitos establecidos por la normativa ambiental y que el desarrollo del proyecto traerá importantes beneficios económicos, incluyendo la creación de empleos y un impulso a la economía local. La empresa a cargo del proyecto ha manifestado su disposición a implementar medidas de mitigación para minimizar los posibles efectos adversos en el medio ambiente.

La controversia en torno al proyecto Dominga también ha tenido repercusiones políticas, polarizando aún más a los distintos sectores del país. Mientras que algunos grupos políticos apoyan la decisión del gobierno de apelar, argumentando la necesidad de proteger el medio ambiente y las comunidades locales, otros critican la medida, señalando que obstaculiza el desarrollo económico y la inversión extranjera.

En este contexto, el debate sobre Dominga se inserta en un marco más amplio de discusión sobre el modelo de desarrollo que el país desea seguir, equilibrando la protección del medio ambiente con el crecimiento económico. La apelación presentada por el gobierno será revisada por instancias judiciales superiores, que deberán considerar los argumentos de ambas partes antes de emitir un veredicto final.

La decisión de apelar también pone de manifiesto la importancia de fortalecer los procesos de evaluación ambiental en el país, asegurando que sean rigurosos y transparentes. Este caso resalta la necesidad de contar con mecanismos efectivos que garanticen que los proyectos de gran envergadura como Dominga se desarrollen de manera sostenible y responsable.

En conclusión, la apelación del gobierno a la determinación del Tribunal Ambiental en el caso del proyecto Dominga es un reflejo de las complejas interacciones entre desarrollo económico y conservación ambiental. El resultado de este proceso judicial tendrá implicaciones significativas para el futuro de la minería y la protección del medio ambiente en el país.

Romeral avanza hacia la minería subterránea: explotación sería hasta 2034


La localidad de Romeral, ubicada en la región central de Chile, se encuentra en un momento crucial de su desarrollo minero. Recientemente, se ha anunciado un ambicioso proyecto que transformará la manera en que se extraen los recursos minerales en la zona. Este proyecto apuesta por la minería subterránea, una técnica que promete extender las operaciones mineras hasta el año 2034 y que podría traer consigo importantes beneficios económicos y medioambientales para la región.

La decisión de avanzar hacia la minería subterránea en Romeral responde a varios factores. En primer lugar, la explotación a cielo abierto, aunque efectiva, ha comenzado a mostrar signos de agotamiento en términos de productividad y sostenibilidad. Los yacimientos superficiales están siendo cada vez más difíciles de explotar sin incurrir en costos ambientales y económicos significativos. La minería subterránea, por otro lado, ofrece la posibilidad de acceder a depósitos más profundos y ricos en minerales, lo que podría revitalizar la producción minera local.

Además de las ventajas económicas, la minería subterránea presenta beneficios ambientales que han sido bien recibidos por la comunidad local y las organizaciones ecologistas. Al trasladar las operaciones bajo tierra, se reduce significativamente el impacto visual y el deterioro del paisaje, un aspecto que ha sido motivo de preocupación para los residentes y turistas que visitan la región. Asimismo, este método minimiza la producción de polvo y ruido, lo que contribuye a mejorar la calidad de vida de las poblaciones cercanas.

El proyecto de minería subterránea en Romeral no solo se centra en la extracción de minerales. También incluye una serie de iniciativas destinadas a mejorar la infraestructura local y fomentar el desarrollo sostenible. Entre estas iniciativas se encuentran la construcción de viviendas para los trabajadores mineros y sus familias, la mejora de las carreteras y la implementación de programas de capacitación para la comunidad. El objetivo es crear un entorno que no solo sea económicamente viable, sino que también promueva el bienestar social y ambiental.

A pesar de los beneficios potenciales, la transición hacia la minería subterránea no está exenta de desafíos. La inversión inicial es considerablemente mayor que en la minería a cielo abierto, y se requiere de tecnología avanzada y personal altamente capacitado para llevar a cabo las operaciones de manera segura y eficiente. Sin embargo, las autoridades locales y las empresas mineras están comprometidas con superar estos obstáculos, convencidos de que los beneficios a largo plazo justificarán los esfuerzos y recursos invertidos.

La implementación de este proyecto también requerirá de un marco regulatorio sólido que asegure la protección del medio ambiente y los derechos de las comunidades locales. Las autoridades gubernamentales han manifestado su intención de trabajar de la mano con las empresas mineras y las organizaciones no gubernamentales para establecer estándares que garanticen una explotación responsable y sostenible de los recursos naturales.

En conclusión, el avance hacia la minería subterránea en Romeral representa una oportunidad única para transformar la industria minera de la región. Con una planificación cuidadosa y un enfoque en el desarrollo sostenible, este proyecto podría marcar el inicio de una nueva era de prosperidad para la comunidad local y el medio ambiente. La explotación minera hasta 2034 no solo promete beneficios económicos, sino que también podría establecer un precedente para futuras iniciativas mineras en otras partes del país.

Gobierno confirma que apelará decisión del Tribunal Ambiental en el marco del Proyecto Dominga


En un contexto de creciente preocupación y debate público sobre el desarrollo sostenible y la protección del medio ambiente, el Gobierno ha anunciado su intención de apelar la reciente decisión del Tribunal Ambiental relacionada con el controvertido Proyecto Dominga. Este proyecto, que ha estado en el centro de la discusión política y social debido a sus potenciales impactos ambientales, ha generado divisiones entre diversos sectores de la sociedad, incluyendo comunidades locales, organizaciones ecologistas, empresas y representantes del gobierno.

El Proyecto Dominga, una iniciativa minera y portuaria, ha sido objeto de un intenso escrutinio debido a su ubicación cercana a áreas ecológicamente sensibles y su posible impacto en la biodiversidad local. Los defensores del proyecto argumentan que podría generar significativos beneficios económicos, incluyendo la creación de empleos y el impulso al desarrollo regional. Sin embargo, los críticos sostienen que estos beneficios económicos potenciales no compensan los riesgos ambientales, que podrían incluir la destrucción de hábitats naturales y la contaminación de recursos hídricos.

La decisión del Tribunal Ambiental, que inicialmente dio luz verde al proyecto bajo ciertas condiciones, ha sido recibida con escepticismo por parte de varias organizaciones ambientalistas y grupos comunitarios. Estos actores han manifestado su preocupación de que las medidas de mitigación propuestas no sean suficientes para proteger el ecosistema frágil de la región. En respuesta a estas preocupaciones, el Gobierno ha decidido apelar la decisión, buscando una revisión más exhaustiva del proyecto y sus impactos potenciales.

La apelación del Gobierno refleja un intento de equilibrar las consideraciones económicas y ambientales en la toma de decisiones sobre grandes proyectos de infraestructura. Este enfoque es esencial en un contexto global donde el cambio climático y la sostenibilidad se han convertido en prioridades críticas. Al apelar la decisión del Tribunal Ambiental, las autoridades buscan asegurar que cualquier desarrollo económico no se realice a expensas del medio ambiente.

Este caso también pone de relieve la complejidad de la gobernanza ambiental en el país, donde las decisiones sobre proyectos de gran envergadura requieren de la coordinación entre diversas entidades gubernamentales, el sector privado y la sociedad civil. La apelación podría establecer un precedente importante sobre cómo se manejan las decisiones ambientales en el futuro, influyendo en la forma en que se desarrollan otros proyectos similares en el territorio nacional.

En el trasfondo de esta discusión se encuentra el desafío de promover un desarrollo sostenible que no solo considere los beneficios económicos inmediatos, sino también los impactos a largo plazo en el medio ambiente y las comunidades locales. A medida que el país busca avanzar hacia un modelo de desarrollo más sostenible, casos como el del Proyecto Dominga ofrecen una oportunidad para reflexionar sobre las políticas y prácticas actuales, y para considerar cómo mejorar los procesos de evaluación ambiental y de toma de decisiones.

La apelación también subraya la importancia de la participación ciudadana en los procesos de toma de decisiones ambientales. Las comunidades locales y las organizaciones de la sociedad civil desempeñan un papel crucial al proporcionar información valiosa y representar los intereses de aquellos que son más directamente afectados por proyectos de gran escala. A través de consultas públicas y mecanismos de participación, es posible lograr un diálogo más inclusivo y transparente, que permita la consideración de diversas perspectivas y el fomento de soluciones más equilibradas y justas.

El proceso de apelación del Gobierno también podría abrir la puerta a un debate más amplio sobre las políticas de desarrollo y las prioridades nacionales en materia de medio ambiente. Este debate es fundamental en tiempos en que los desafíos ambientales globales, como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, requieren de respuestas coordinadas y ambiciosas a nivel local y nacional. Las decisiones que se tomen en relación con el Proyecto Dominga podrían tener implicaciones significativas para el futuro de la política ambiental en el país.

En conclusión, la decisión del Gobierno de apelar la resolución del Tribunal Ambiental sobre el Proyecto Dominga es un paso importante en la búsqueda de un equilibrio entre el desarrollo económico y la protección ambiental. Este caso no solo es relevante para las partes directamente involucradas, sino que también ofrece lecciones valiosas para el manejo de proyectos similares en el futuro. En última instancia, el objetivo debe ser asegurar que el desarrollo económico se realice de manera sostenible, garantizando la protección del medio ambiente y el bienestar de las comunidades locales.