Luchó contra las dictaduras, militó incansablemente el retorno de Perón y fue consecuente en sus críticas a la burocracia sindical. Triple A, atentados, secuestros. “Hace 44 años que vivo horas extra”.

Por Andrés Cottini

Pedro Gaetán, metalúrgico peronista, dedicó toda su vida a la militancia sindical. A los 11 años llegó a Buenos Aires con dos hermanos de Chilecito, a los 13 comenzó a trabajar en un taller mecánico y a los 15 ya era un peronista afiliado a la Unión Obrera Metalúrgica. Trabajó en talleres míticos de Buenos Aires y Córdoba, integró la CTA de los argentinos, participó de las FAP y luego de Montoneros. Estuvo en la casa de Perón dos días después de su llegada y le habló en nombre de la juventud sindical. En el ’76 lo secuestraron a él, su mujer, su hijo, dos hermanos y al cuñado. Después de estar ocho años preso, lo liberaron y unos años más tarde, pudo mirar a la cara a Videla, Menéndez y una veintena de runflas y gritares: “la historia ahora la escribo yo”.

Pero todavía falta para eso. Recién habían pasado dos días del 17 de noviembre. El corazón latía fuerte dentro y fuera de las fábricas. Perón estaba de regreso y el júbilo parecía cientos de gorriones aleteando en las vísceras del pueblo trabajador. Para aquel entonces, Pedro Gaetán trabajaba en la Bendix y lo habían invitado a la casa de Vicente López para recibir al General. Entre los suyos (el ala combativa), tenía una misión: “No te quedés callado. Dale que vos sos un bocón”, le había dicho Jorge “el nono” Lizaso (hoy desaparecido). Había más de 200 personas en la casa de Gaspar Campos, y estaban todos: el padre de Jorge Taiana, Dante Buso, Galimberti, Brito, Norma Kennedy, Lorenzo Miguel… Entre los gritos de “viva Perón carajo” y “La vida por Perón”, el General hablaba e interpelaba a los presentes. De repente comenta “…esto es como una asamblea de metalúrgicos, estoy orgulloso”. Y ahí Pedro tembló y supo que era su momento. Por las venas le helaba la adrenalina y el vértigo, pero el compromiso lo volvió férreo y locuaz: “General – comenzó- nosotros trabajamos en los barrios, en las fábricas… Usted dice que las bases del movimiento somos los anticuerpo de los traidores. Y usted tiene mucha razón porque quien les habla participó de su frustrado regreso de Brasil en el ‘64 y ahí los dirigentes nos empezaron a entregar. Nosotros somos la juventud, el motorcito que mueve. Sin embargo, los viejos dirigentes, que muchos están al lado suyo, lo traicionaron cuando usted armó la FRESILINA. Y lo van a seguir traicionando. – La sala quedó en silencio y las miradas parecían agudos alfiles en el salón- Yo quiero que nos explique ¿cuál es el trasvasamiento generacional para el socialismo nacional?”

Hijito, tiene razón en muchas cosas de las que está contando. – Pedro imita la voz del General con parsimonia y la voz un poco ronca– Pero sabe una cosa: estamos mancomunados en una lucha contra la dictadura y no podemos tirar un viejo a cada rato por la ventana. Tenemos que hacer como el hornero que va trayendo el barrito y trae la caquita también. Entonces la casa la vamos a armar hasta con la caca. Me gusta lo que decís y capacítate porque vos sos el dirigente de mañana…

“Fue una ovación y bueno, en fin. Que teníamos que estar con todos era claro. Me di el gusto de poder hablar entre semejantes dirigentes. No sabés como estaba. Por supuesto que en las elecciones militamos con todo y después comenzó la primavera camporista. Ahí creo que comenzamos a cometer serios errores que nos costó caro y hasta el día de hoy pesa en el pueblo argentino: haber enfrentado a Perón, creo que con justa razón, pero en política cuando te equivocás tardas mucho en recuperarte. No tendríamos que haber seguido operando militarmente”, reflexiona Pedro Gaetán a los 76 años.

De campesino a metalúrgico

El nacimiento de Pedro fue en Chilecito en 1944, Provincia de La Rioja. A los 11 años viajó con dos hermanos a Buenos Aires luego de que el padre decidiera vender su pequeña quinta. A los 13, luego de que el padre falleciera, comenzó a trabajar en un taller de Warnes. Algunos años más tarde, entra a Tensa y “me pasó uno de los hechos más importantes de mi vida: lo conocí a Dardo Cabo que ya tenía trayectoria. Empezamos a militar dentro del vandorismo. Mi hermano también lo hacía en ese entonces. En un momento, estos tipos eran combativos hasta que empezaron a negociar con Frondizi. Y ahí empezó la contradicción”.

En el ‘64, Pedro participó de las huelgas para el regreso de Perón de Brasil. “Era otra época. El peligro que corrías era que te echaran. Que te pusieran en una lista negra y que después te costase encontrar laburo en tu zona. Había represión, pero no tan salvaje como la que conocimos después. No obstante eso, en el ’63 tuvimos un primer desaparecido con Felipe Vallese y en la represión en La Matanza hubo también muchas bajas”, recuerda.

Si bien la vida estaba muy convulsionaba y los ideales se agitaban con orgullo, peronista no sólo se era dentro de la fábrica, sino también en la forma de disfrutar sus años mozos: “El folklore en esa época empezaba a calar en Buenos Aires y todos los cabecita negra andábamos con una guitarrita abajo del brazo en las peñas. Había toda una ‘nueva ola’ pero a mí me gustaba más la peña. Y si cuadraba, en cualquier momento se cantaba la marcha”.

Mientras tanto, las tensiones dentro del movimiento sindical siguieron escalando. “En la asamblea de las 62 Organizaciones Peronistas en avellaneda, Vandor dice que para salvar a Perón había que estar contra de Perón. Calculá lo que fue eso. Ese hecho profundizó mucho la lucha entre el sindicalismo combativo y el participacionista”. Para aquel entonces Pedro Gaetán vivía en San Miguel y se tomaba el tren para Carapachay “todos los días a la una de la tarde. ¿Y con quién me encontraba y charlaba? Con Raimundo Ongaro. Nosotros chamuyábamos en los vagones. Yo le contaba los problemas que teníamos en Tensa y nos invitó a la CGT de los Argentinos y ahí conocí grandes tipos como Esteban De Luca, Di Pascuale… y muchos otros que están desaparecidos lamentablemente”.

La militancia armada

Unos años más tarde, “Eramos delegados a cara descubierta, pero nos decidimos por hacer una agrupación clandestina que se llamó La Felipe Vallese con compañeros de distintas fábricas de zona norte. Cambió totalmente mi vida porque el compromiso era muy grande. En el ’68 se va un grupo de compañero a Taco Ralo a forman las Fuerzas Armadas Peronistas. Y otro grupo se quedó en Buenos Aires para desarrollar la parte urbana. Ahí estaba yo”.

  • En aquel entonces, ¿qué era lo más importante? ¿Por qué militaba, Pedro?

Por el retorno de Perón. Ese era el objetivo primero, pero la militancia era total. Uno aprendía de los compañeros hasta cambiarle los pañales a su hijo, a ser más solidario, pensar en los demás… Yo creo que el hombre va evolucionando a medida que va teniendo este tipo de experiencias. Pienso que también podría haber sido burócrata. Varias veces Victorio Calabró, que era el Secretario General de la UOM Vicente López, nos tentó para estar con ellos. Y nunca transé porque sabía que negociaban a espaldas de los compañeros.

  • ¿Y el contexto de aquel entonces, ayudó a tomar posturas más extremas?

Vos calculá que en la universidad, que hasta ese momento había sido una isla gorila, se empezaban a sumar muchos compañeros a la lucha. También estábamos alentados por grandes dirigentes como Atilio López, Agustín Tosco que tenían otras formas de lucha. No te olvides tampoco que estábamos influenciados por la revolución cubana, por lo que pasaba en Vietnam. Con todo eso uno iba tomando conciencia y de ser un simple obrero, ya empezábamos a pensar otras cosas. Además leíamos mucho. Los compañeros te empezaban a pasar literatura y otros libros. En ese tiempo había militancia y había proyecto. Ahora no tenemos un proyecto, estamos tapando parches nada más. Nosotros teníamos un proyecto del socialismo nacional, donde entre otras cosas aplicábamos los programas de La Falda y Huerta Grande: la nacionalización de la banca, la nacionalización del comercio exterior, la ley de entidades financieras que todavía hoy es la ley de la dictadura y no se puede cambiar. Mientras no cabe eso no vamos a despegar como país. Vamos a ser dominados siempre por los grupos económicos. Espero que profundicemos y tomemos conciencia como el pueblo boliviano que ya nacionalizaron los recursos básicos que es lo que deberíamos hacer. Pero bueno, falta mucho compañero. Yo ya no lo voy a ver pero usted lo vaya a ver y ese día acuérdese de mí.

  • ¿Cuánto tiempo estuvo en las FAP?

En los 70’ hubo unos compañeros que plantearon una alternativa independiente de Perón y nosotros no estábamos de acuerdo para nada con eso. La mayoría de acá de Buenos Aires nos fuimos. En el 71’ terminamos confluyendo con Montoneros y fuimos el gran aporte que le hicimos con todo un movimiento sindical que no tenían.

Después de muchos años de lucha y espera. El esperado regreso de Perón lo hace madrugar el 17 de noviembre de 1972, “ese día salimos a la 1AM desde Polvorines. Había una lluvia torrencial y viajábamos en un colectivo destartalado. Primero casi nos meten preso los milicos porque estábamos pintando en frente de la estación. Nos salvamos y fuimos con los tachos de pintura esquivando las “pinzas del ejército”. A eso de las 9hs ya estábamos en las vías de Aldo Bonzi con la gente de José C. Paz, Polvorines, Pablo Nogués, Grand Bour. La columna norte. Todavía tengo una bandera memorable de ese día. Está viejita y la llevo a todas las marchas. Después fue una euforia que duró como tres días.

Los años oscuros

Pero la emoción, el entusiasmo y la esperanza comenzaron a oscurecerse. Un día, ya en 1973, Pedro volvía de la unidad básica de Munro, de la casa del “Nono” Lizaso, y sufrió un atentado. Cuando estaba entrando a su casa, pasan unos hombres y le disparan. Se salvó, pero algunos balazos lo hirieron. La tripe A ya patrullaba con fuerza clandestina y su nombre figuraba en las listas negras. En ese entonces, Pedro era secretario de la Juventud Trabajadora Peronista de Zona Norte y entre los compañeros decidieron que vaya para Córdoba con su mujer y su hijo. Todavía Argentina tenía una industria pujante y a los pocos días, ya tenía empleo en la fábrica que hacía Puma, la emblemática moto peronista. “Imaginate. La Puma, industria nacional. Y también hacíamos el paragolpe y la trampa de agua del Rastrogero Diesel”. Rápidamente terminó como delegado, pero la situación en Córdoba estaba muy complicada. Acababa de ser el “Navarrazo”, el golpe policial al gobierno provincial Obregón Cano y Atilio López. Los gremios de producción y servicio empezaron a reaccionar y formaron la Coordinadora de Gremios en Lucha. Tosco ya estaba en la clandestinidad y era muy peligroso manifestarse.

El golpe bajo y duro

Una vez que se produce el golpe de Estado en marzo del ’76, Gaetán junto a “los compañeros que quedaban” formaron la UOM en la resistencia. “Salíamos a volantear, a pintar. Era como si ibas a tomar un cuartel porque realmente se te iba la vida. Y en ese marco aguantamos hasta el 20 de octubre que hubo una razia policial y ahí caímos todos”. En ese día, volvió a su casa y al entrar se dio cuenta que había gente dentro de su casa con armas y que querían secuestrarlo. “Lo primero que pensé fue en mi mujer y mi hijo. Quise defenderme con una garrafita que tenía y me fui a las trompadas. Fue como el episodio de Martín Fierro y Cruz contra los policías. A uno le partí la cabeza con un garrafazo y a otro también le pegue”. La pólvora no tardó en llegar y de cinco tiros en la pierna lo tendieron en el piso. “Lo único que quería era evitar que secuestraran a mi mujer y mi hijo”. Pero no estaba el Sargento Cruz entre los milicos y nadie creyó que era un delito “matar ansí a un valiente”.

El episodio sucedió a las 19hs y ella salía del trabajo a las 20hs. Lo llevaron al centro de detención D2 y, en estado de inconsciencia, logró escuchar los gritos de su mujer. La habían secuestrado. A Pedro Gaetán lo curaron en el hospital militar donde estuvo tres días en coma y diez días después, sin poder caminar, lo trasladaron nuevamente al D2 donde lo torturaron salvajemente. Luego lo llevaron al centro de detención de La Perla y, por último, al Campo de la Ribera. “Como a todos, no me gusta hablar de esto”, advierte Pedro.

Unos días después de su secuestro, su suegra en Buenos Aires leyó en un diario que había habido un enfrentamiento entre “la policía y un subversivo y su esposa paraguaya”. En la nota decía que habían sido asesinados y ponían la dirección de la familia. Su suegra organizó un velatorio sin los cuerpos y durante dos meses buscó a nieto de cuatro años. “Finalmente mi suegra lo encuentra con otro nombre en el orfanato el Pizzurno”.

Pedro estuvo ocho años y medio secuestrado y lo liberaron en julio del ’84. Su mujer también fue liberada, pero sus hermanos y su cuñado continúan siendo desaparecidos. “Hace 44 años que vivo horas extra. ¿sabés cuál es el gusto más grande que mi di? En la mega causa de La Perla y el D2, declaré frente a Jorge Rafael Videla y Benjamín Menéndez y los 25 hijos de puta que estaban ahí en la tribuna. Y los miré a la cara y les dije: ‘la historia la estoy escribiendo yo ahora’. Y es la única historia oficial.

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Gobierno apela a determinación del Tribunal Ambiental por Dominga


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El gobierno ha decidido apelar a la reciente determinación del Tribunal Ambiental relacionada con el controvertido proyecto minero Dominga. Esta decisión ha generado un amplio debate en la esfera pública, influyendo en diversas áreas como el medio ambiente, la economía y la política.

La apelación surge como respuesta a la resolución del Tribunal Ambiental que había fallado a favor del proyecto Dominga, permitiendo su avance tras años de disputas legales y administrativas. El proyecto Dominga, que contempla la extracción de hierro y cobre en la Región de Coquimbo, ha sido objeto de intensas críticas por parte de organizaciones ambientalistas y comunidades locales, quienes argumentan que podría causar un daño irreparable a los ecosistemas marinos y terrestres de la zona.

El gobierno, al presentar su apelación, argumenta que el fallo del Tribunal no consideró adecuadamente los impactos ambientales negativos que el proyecto podría tener. Además, se cuestiona la evaluación de los estudios de impacto ambiental presentados por la empresa encargada del proyecto, que según las autoridades, contienen deficiencias significativas.

Por otro lado, los defensores del proyecto Dominga sostienen que se han cumplido todos los requisitos establecidos por la normativa ambiental y que el desarrollo del proyecto traerá importantes beneficios económicos, incluyendo la creación de empleos y un impulso a la economía local. La empresa a cargo del proyecto ha manifestado su disposición a implementar medidas de mitigación para minimizar los posibles efectos adversos en el medio ambiente.

La controversia en torno al proyecto Dominga también ha tenido repercusiones políticas, polarizando aún más a los distintos sectores del país. Mientras que algunos grupos políticos apoyan la decisión del gobierno de apelar, argumentando la necesidad de proteger el medio ambiente y las comunidades locales, otros critican la medida, señalando que obstaculiza el desarrollo económico y la inversión extranjera.

En este contexto, el debate sobre Dominga se inserta en un marco más amplio de discusión sobre el modelo de desarrollo que el país desea seguir, equilibrando la protección del medio ambiente con el crecimiento económico. La apelación presentada por el gobierno será revisada por instancias judiciales superiores, que deberán considerar los argumentos de ambas partes antes de emitir un veredicto final.

La decisión de apelar también pone de manifiesto la importancia de fortalecer los procesos de evaluación ambiental en el país, asegurando que sean rigurosos y transparentes. Este caso resalta la necesidad de contar con mecanismos efectivos que garanticen que los proyectos de gran envergadura como Dominga se desarrollen de manera sostenible y responsable.

En conclusión, la apelación del gobierno a la determinación del Tribunal Ambiental en el caso del proyecto Dominga es un reflejo de las complejas interacciones entre desarrollo económico y conservación ambiental. El resultado de este proceso judicial tendrá implicaciones significativas para el futuro de la minería y la protección del medio ambiente en el país.

Romeral avanza hacia la minería subterránea: explotación sería hasta 2034


La localidad de Romeral, ubicada en la región central de Chile, se encuentra en un momento crucial de su desarrollo minero. Recientemente, se ha anunciado un ambicioso proyecto que transformará la manera en que se extraen los recursos minerales en la zona. Este proyecto apuesta por la minería subterránea, una técnica que promete extender las operaciones mineras hasta el año 2034 y que podría traer consigo importantes beneficios económicos y medioambientales para la región.

La decisión de avanzar hacia la minería subterránea en Romeral responde a varios factores. En primer lugar, la explotación a cielo abierto, aunque efectiva, ha comenzado a mostrar signos de agotamiento en términos de productividad y sostenibilidad. Los yacimientos superficiales están siendo cada vez más difíciles de explotar sin incurrir en costos ambientales y económicos significativos. La minería subterránea, por otro lado, ofrece la posibilidad de acceder a depósitos más profundos y ricos en minerales, lo que podría revitalizar la producción minera local.

Además de las ventajas económicas, la minería subterránea presenta beneficios ambientales que han sido bien recibidos por la comunidad local y las organizaciones ecologistas. Al trasladar las operaciones bajo tierra, se reduce significativamente el impacto visual y el deterioro del paisaje, un aspecto que ha sido motivo de preocupación para los residentes y turistas que visitan la región. Asimismo, este método minimiza la producción de polvo y ruido, lo que contribuye a mejorar la calidad de vida de las poblaciones cercanas.

El proyecto de minería subterránea en Romeral no solo se centra en la extracción de minerales. También incluye una serie de iniciativas destinadas a mejorar la infraestructura local y fomentar el desarrollo sostenible. Entre estas iniciativas se encuentran la construcción de viviendas para los trabajadores mineros y sus familias, la mejora de las carreteras y la implementación de programas de capacitación para la comunidad. El objetivo es crear un entorno que no solo sea económicamente viable, sino que también promueva el bienestar social y ambiental.

A pesar de los beneficios potenciales, la transición hacia la minería subterránea no está exenta de desafíos. La inversión inicial es considerablemente mayor que en la minería a cielo abierto, y se requiere de tecnología avanzada y personal altamente capacitado para llevar a cabo las operaciones de manera segura y eficiente. Sin embargo, las autoridades locales y las empresas mineras están comprometidas con superar estos obstáculos, convencidos de que los beneficios a largo plazo justificarán los esfuerzos y recursos invertidos.

La implementación de este proyecto también requerirá de un marco regulatorio sólido que asegure la protección del medio ambiente y los derechos de las comunidades locales. Las autoridades gubernamentales han manifestado su intención de trabajar de la mano con las empresas mineras y las organizaciones no gubernamentales para establecer estándares que garanticen una explotación responsable y sostenible de los recursos naturales.

En conclusión, el avance hacia la minería subterránea en Romeral representa una oportunidad única para transformar la industria minera de la región. Con una planificación cuidadosa y un enfoque en el desarrollo sostenible, este proyecto podría marcar el inicio de una nueva era de prosperidad para la comunidad local y el medio ambiente. La explotación minera hasta 2034 no solo promete beneficios económicos, sino que también podría establecer un precedente para futuras iniciativas mineras en otras partes del país.

Gobierno confirma que apelará decisión del Tribunal Ambiental en el marco del Proyecto Dominga


En un contexto de creciente preocupación y debate público sobre el desarrollo sostenible y la protección del medio ambiente, el Gobierno ha anunciado su intención de apelar la reciente decisión del Tribunal Ambiental relacionada con el controvertido Proyecto Dominga. Este proyecto, que ha estado en el centro de la discusión política y social debido a sus potenciales impactos ambientales, ha generado divisiones entre diversos sectores de la sociedad, incluyendo comunidades locales, organizaciones ecologistas, empresas y representantes del gobierno.

El Proyecto Dominga, una iniciativa minera y portuaria, ha sido objeto de un intenso escrutinio debido a su ubicación cercana a áreas ecológicamente sensibles y su posible impacto en la biodiversidad local. Los defensores del proyecto argumentan que podría generar significativos beneficios económicos, incluyendo la creación de empleos y el impulso al desarrollo regional. Sin embargo, los críticos sostienen que estos beneficios económicos potenciales no compensan los riesgos ambientales, que podrían incluir la destrucción de hábitats naturales y la contaminación de recursos hídricos.

La decisión del Tribunal Ambiental, que inicialmente dio luz verde al proyecto bajo ciertas condiciones, ha sido recibida con escepticismo por parte de varias organizaciones ambientalistas y grupos comunitarios. Estos actores han manifestado su preocupación de que las medidas de mitigación propuestas no sean suficientes para proteger el ecosistema frágil de la región. En respuesta a estas preocupaciones, el Gobierno ha decidido apelar la decisión, buscando una revisión más exhaustiva del proyecto y sus impactos potenciales.

La apelación del Gobierno refleja un intento de equilibrar las consideraciones económicas y ambientales en la toma de decisiones sobre grandes proyectos de infraestructura. Este enfoque es esencial en un contexto global donde el cambio climático y la sostenibilidad se han convertido en prioridades críticas. Al apelar la decisión del Tribunal Ambiental, las autoridades buscan asegurar que cualquier desarrollo económico no se realice a expensas del medio ambiente.

Este caso también pone de relieve la complejidad de la gobernanza ambiental en el país, donde las decisiones sobre proyectos de gran envergadura requieren de la coordinación entre diversas entidades gubernamentales, el sector privado y la sociedad civil. La apelación podría establecer un precedente importante sobre cómo se manejan las decisiones ambientales en el futuro, influyendo en la forma en que se desarrollan otros proyectos similares en el territorio nacional.

En el trasfondo de esta discusión se encuentra el desafío de promover un desarrollo sostenible que no solo considere los beneficios económicos inmediatos, sino también los impactos a largo plazo en el medio ambiente y las comunidades locales. A medida que el país busca avanzar hacia un modelo de desarrollo más sostenible, casos como el del Proyecto Dominga ofrecen una oportunidad para reflexionar sobre las políticas y prácticas actuales, y para considerar cómo mejorar los procesos de evaluación ambiental y de toma de decisiones.

La apelación también subraya la importancia de la participación ciudadana en los procesos de toma de decisiones ambientales. Las comunidades locales y las organizaciones de la sociedad civil desempeñan un papel crucial al proporcionar información valiosa y representar los intereses de aquellos que son más directamente afectados por proyectos de gran escala. A través de consultas públicas y mecanismos de participación, es posible lograr un diálogo más inclusivo y transparente, que permita la consideración de diversas perspectivas y el fomento de soluciones más equilibradas y justas.

El proceso de apelación del Gobierno también podría abrir la puerta a un debate más amplio sobre las políticas de desarrollo y las prioridades nacionales en materia de medio ambiente. Este debate es fundamental en tiempos en que los desafíos ambientales globales, como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, requieren de respuestas coordinadas y ambiciosas a nivel local y nacional. Las decisiones que se tomen en relación con el Proyecto Dominga podrían tener implicaciones significativas para el futuro de la política ambiental en el país.

En conclusión, la decisión del Gobierno de apelar la resolución del Tribunal Ambiental sobre el Proyecto Dominga es un paso importante en la búsqueda de un equilibrio entre el desarrollo económico y la protección ambiental. Este caso no solo es relevante para las partes directamente involucradas, sino que también ofrece lecciones valiosas para el manejo de proyectos similares en el futuro. En última instancia, el objetivo debe ser asegurar que el desarrollo económico se realice de manera sostenible, garantizando la protección del medio ambiente y el bienestar de las comunidades locales.