Existen muchas alternativas a la experimentación animal, una práctica que suscita amplio rechazo social, como se comprobó con el sacrificio de cachorros Beagle en un experimento de la Universitat de Barcelona (UB). Pero esas formas de evitar el sufrimiento animal no se consideran rentables.
Juristas, investigadores y activistas consultados por Crónica Global denuncian que “los horrores de los laboratorios” se desarrollan con total opacidad, a pesar de que las normas europeas no dejan lugar a dudas sobre la necesidad de evitar el maltrato en este ámbito. Estudios científicos aseguran que el 96% de los experimentos, calificados como “tortura institucionalizada”, son un fracaso.
Cien activistas se desnudaron en Barcelona en protesta por el maltrato animal que fomenta la industria peletera / EUROPA PRESS
Rocío Thovar es profesora colaboradora en la UOC e investigadora en la UB en el ámbito de la bioética, la ética aplicada y la institucionalización de la ética animal. “Existen muchas alternativas a la experimentación animal: usar modelos generados por ordenador, utilizar herramientas bioinformáticas, crear tejidos in vitro a partir de células madre, la implementación de simuladores informáticos de pacientes humanos, etcétera”, explica.
¿Qué frena entonces su desarrollo? Según Thovar, “el obstáculo económico está conectado con la normalización del uso de los animales para el beneficio humano. Esta asunción de que los animales son nuestros recursos en diferentes ámbitos también se encuentra en la base de, por una parte, la poca inversión en la investigación de alternativas al uso de animales y, por otra, de los obstáculos que los diferentes organismos que legislan y regulan estas prácticas ponen”.
La profesora cree que muchos de los avances que se han hecho en este campo “no han sido motivados por un auténtico debate ético que ponga en el centro las controversias morales que genera el uso de animales para la experimentación. Hay otras razones que están impulsando el desarrollo de estos métodos para, en algunos casos, tratar de reducir costes y tiempos o superar problemas de seguridad y predictibilidad, entre otros”.
Cirugías sin anestesia, quemaduras, intoxicación
A su juicio, “es urgente enfrentar este problema también a la luz de las conclusiones en torno a la importancia de la capacidad de sintiencia de los animales. Sabemos que la gran mayoría de las especies utilizadas en la experimentación biomédica, militar o de productos comerciales son sometidas a procedimientos que son cuestionables desde el punto de vista moral. Las cirugías invasivas sin anestesia, quemaduras, intoxicación, inoculación de enfermedades, o la propia privación de libertad, son ejemplos que interpelan a los bioeticistas, y a la sociedad en su conjunto”.
Protesta contra el sacrificio de cachorros de Beagle tras un experimento en Barcelona
Las Administraciones participan en esa búsqueda de métodos alternativos. En España, la Agencia Estatal de Investigación ha publicado este año la convocatoria de ayudas públicas a Proyectos de I+D+i en líneas estratégicas, en la que se incluye el desarrollo de nuevos métodos alternativos para reducir la experimentación animal. “Sin embargo, es necesario una mayor financiación, empezando por la Unión Europea, para investigar y homologar métodos alternativos a la experimentación en animales”, avisa la experta.
Recientemente, a partir del lanzamiento de la Iniciativa Ciudadana Europea (ICE) promovida por empresas y organizaciones animalistas, se han recogido 1,2 millones de firmas para que se cumpla la prohibición de experimentar cosméticos en animales [se puede leer en este enlace].
La actuación del CSIC
También el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) se ha implicado. “Actualmente, se utilizan muchos métodos alternativos, como las técnicas de realidad virtual, los cultivos celulares, los métodos in vitro, estudios en organismos inferiores no protegidos, organoides y, en particular en la enseñanza y formación, modelos mecánicos, sistemas audiovisuales, simulaciones por ordenador…”, explica a este medio María Luisa Salas, directora del Departamento de Ética en la Investigación y secretaria del Comité de Ética del CSIC.
Las normas europeas, afirma, son muy claras. El Tratado de Funcionamiento de la UE incluye la obligación de los Estados miembros de tener plenamente en cuenta el bienestar de los animales en la política de investigación, desarrollo tecnológico y mercado interior.
Granja de conejos como los que se utilizaban para la experimentación en cosméticos / EUROPEAN PARLAMENT
El 22 de septiembre de 2010, el Parlamento Europeo y el Consejo adoptaron la Directiva 2010/63/UE, relativa a la protección de los animales utilizados para fines científicos, que debe ser incorporada al ordenamiento jurídico español. La transposición de esta directiva a nuestro ordenamiento jurídico se lleva a cabo a través del Real Decreto 53/2013, de 1 de febrero.
Reemplazo, reducción, refinamiento
Ese decreto “establece como principio general la promoción e implementación del ‘principio de las tres R’, es decir, el reemplazo, la reducción y el refinamiento de los procedimientos, fomentando el uso de métodos alternativos a la experimentación con animales vivos. Solo se podrán utilizar animales cuando su uso esté justificado por la finalidad que se persigue, valorando su oportunidad siempre en términos de sus potenciales beneficios”, explica Salas.
Pero la concienciación sobre la necesidad de erradicar ese tipo de maltrato es muy anterior. La responsable de ética del CSIC menciona el libro de Rusell y Burch (1959) The Principies of Human Experimental Technique, que a su juicio “fue un detonante en la búsqueda de nuevos métodos que permitieran un menor uso de animales de experimentación en la investigación básica y aplicada”.
Otros elementos dinamizadores fueron la Directiva del Consejo 86/609/CEE; la Directiva sobre Cosméticos; la creación del Centro Europeo de Validación de Métodos Alternativos; publicaciones como In Vitro Alternatives to Animal Pharmaco- Toxicology de Castell y Gómez- Lechón (1992); y la creación, dentro de la Asociación Española de Toxicología, del Grupo de Trabajo Especializado en Métodos Alternativos (GTEMA).
Foros de discusión
Como consecuencia de la creciente sensibilización social han surgido foros de discusión cuyo principal objetivo es que “el principio de ‘las tres R’ sea debidamente aplicado. Un ejemplo es la Red Española para el desarrollo de Métodos Alternativos a la experimentación animal (REMA), y, a escala europea, European Consensus-Platform for Alternatives (ECOPA).
Yolanda Valbuena, vocal de la Comisión de Protección de los Derechos de los Animales del Colegio de la Abogacía de Barcelona (ICAB), considera que no existen lagunas legales respecto a la obligación de evitar sufrimiento a los animales, también en lo que respecta a la experimentación, donde se exige que el comité ético competente –la Generalitat, en el caso de los Beagles— lo avale. “Desde el ICAB queremos dar voz a los científicos que conocen las alternativas a la experimentación. Socialmente, hay un rechazo absoluto al sufrimiento”, afirma.
El polémico anteproyecto de ley de protección, derechos y bienestar de los animales que impulsa el Gobierno –una enmienda del PSOE excluye a los perros de caza–, obliga a instalar sistemas de videovigilancia en los laboratorios a efectos de facilitar las labores de inspección, pero excluye a los animales de experimentación e investigación, incluida la docencia, del ámbito de aplicación de la ley.
«Desprecio a los seres vivos»
Para Virtudes Azpitarte, licenciada en Derecho y Filosofía, y autora del libro Nietzsche y los animales. Más allá de la cultura y la justicia (Tirant lo Blanch), “la experimentación animal ya no es una alternativa. Es una técnica del pasado que tuvo que legitimarse a sí misma sobre la base del especismo más salvaje (Descartes) y el desprecio a los seres vivos (léase una historia de la ciencia). La ciencia no puede progresar a costa del sufrimiento atroz de otras especies. Existen otros métodos para el avance científico. Establecerlos es más fácil que llegar a Marte o crear robots inteligentes”.
Denuncia que “los animales pagan con su vida doblemente las pandemias. Su hacinamiento y terribles condiciones de vida son la causa de estas; encontrar la maravillosa vacuna pasa por su encarcelamiento, tortura y muerte”.
Evento de Cruelty Free International, fundación contra el maltrato animal en cosméticos / CFI
Azpitarte se muestra muy crítica con las Administraciones: “No hacen nada en absoluto ni harán mientras no haya una presión ciudadana para su abolición o, al menos, regulación. La ecuación: experimento animal=salvar vidas humanas es una falacia para intentar justificar el terrible infierno al que hemos condenado a millones de seres vivos”.
¿Justifica el progreso esa experimentación? “Nos repiten hasta la saciedad, como un mantra, que la experimentación con animales supone un progreso para la humanidad. Funciona como capa de legitimidad para una actividad rechazable desde el punto de vista ético. Es un argumento falaz. La mayoría de los experimentos son de rutina, repetitivos e inútiles. Nadie cuenta con eso”, asegura Azpitarte.
Opacidad
“Los horrores de los laboratorios –añade– se desarrollan en la oscuridad. Si tan justificados están ¿qué problema hay para comprobarlo? No hay ningún control y sí mucho ocultamiento. Por eso es importante la difusión de las terribles imágenes. Ante estas, sobrarían los argumentos”. La jurista sostiene que “la obsesión por la producción, por llegar rápido y antes, aunque sea mal, está detrás de esa tortura institucionalizada”.
Cita otros intereses como los criaderos de animales para experimentación o la caza de animales salvajes para ello. «El horror no tiene límites. La vida de los animales de experimentación es un crimen contra el sentido de la vida. Es impensable que el avance de la biomedicina no pueda mejorar esta situación y sí empeorarla”.
Fracaso
La abogada y vicepresidenta de INTERcids, Operadores jurídicos por los animales, Anna Mulà, lamenta que “millones de animales se destinen a experimentación científica en actividades que conllevan dolor, sufrimiento, angustia y daño duradero para los animales. Este hecho nos lleva a un debate ético sobre si existe la necesidad real de utilizar animales para el progreso humano”. Según parte de la comunidad científica, añade Mulà, en torno al 96% de los experimentos con animales no tienen éxito. Apoya la cifra con un estudio de la Universidad de Cambridge que se puede leer en este enlace.
“Esto se debe a que los seres humanos poseen un exposoma, una anatomía, una histología, una fisiología y una expresión genética diferente a la de los animales sometidos a experimentación. Ya existen grandes avances en los métodos de investigación sin animales cuya finalidad es producir una investigación biomédica más fiable: los modelos informáticos, la inteligencia artificial y los órganos en un chip son algunos de los métodos que los científicos pueden adoptar. Una solución intermedia sería utilizar embriones de animales, métodos in vitro (células de los animales) y organismos invertebrados (gusanos, moscas, bacterias, algas)”.
El papel de las Administraciones
Para la directiva de INTERcids, las Administraciones “distan mucho de hacer todo lo que está a su alcance para impulsar la validación de los métodos alternativos, un proceso fundamental para confiar en su eficacia y fiabilidad que solo puede realizarse por instituciones y organismos que sirven de referencia a las autoridades competentes”.
En este sentido, el Centro Europeo de validación de Métodos Alternativos manifiesta que a pesar del conocimiento acumulado sobre métodos alternativos, el intercambio de ese conocimiento dista mucho de ser eficaz. “Las presiones y la influencia ejercida por los suministradores de animales a través de las granjas/centros de cría que abastecen a los estabularios de las universidades y a los centros de investigación es otro de los motivos por los cuales no avanza la validación a la misma velocidad que la conciencia social”.
Luís Falcón, voluntario del equipo de Pacma en Canarias, abunda en ese fracaso de la experimentación animal. “La experimentación animal es anacrónica y cruel. Muchos de los experimentos que se hacen con resultados ‘positivos’ en animales resultan en fracaso en humanos. La especie humana tiene una fisiología y genética distinta. Más aún, el exposoma no guarda relación con el de otras especies. Hay alternativas éticas, modernas y eficaces, focalizadas en la fisiología humana”.
En el 2020, Falcón firmó junto con otros científicos la carta abierta A call to accelerate human-focused medical research donde exponían “lo cruel, innecesario e ineficaz de la experimentación animal, así como distintas alternativas”.
Las farmacéuticas
A diferencia de lo sostenido por el CSIC, el voluntario de Pacma cree que “la legislación vigente, especialmente las ‘tres R’, no es viable. El reemplazar, reducir, refinar no funciona porque deja lugar a que las farmacéuticas y laboratorios encuentren vacíos argumentando, por ejemplo, que para un experimento concreto es imposible reemplazarlo por modelos no animales. Comité de ética en experimentación animal es un oxímoron. Los animales son secuestrados de su hábitat natural, enjaulados, sometidos a condiciones de estrés y de sufrimiento físico-emocional durante todo el proceso. No hay nada ético”. A su juicio, “la única salida es la abolición en todas su formas”.
El activista forma parte de un proyecto de investigación basado en modelos computacionales, proyecto Stiletto [se puede leer en este enlace] que, sin emplear un solo animal, permite avanzar en la investigación de la demencia.
Asimismo, es uno de los firmantes de una carta dirigida a la UB, la Generalitat y el Gobierno el pasado mes de febrero exigiendo la liberación de la treintena de cachorros Beagle. El centro universitario contrató a Vivotecnia, empresa investigada en Madrid por maltrato animal que fue expulsada del CSIC. Fundación Altarriba también luchó por salvar a los perros, víctimas de un procedimiento opaco.