Los mosquitos, esos pequeños insectos que nos aterrorizan con sus picaduras, tienen una fascinación por la sangre. ¿Pero qué es exactamente lo que los lleva a clavarnos sus afilados picos? Un reciente estudio, publicado en la revista Nature, ha encontrado que las hormonas de los mosquitos juegan un papel crucial en su sed de sangre.
El estudio, dirigido por el entomólogo Zhen Zou del Instituto de Zoología de la Academia China de Ciencias en Pekín, reveló que los mosquitos portan ciertas hormonas que trabajan en conjunto para aumentar y suprimir su deseo de sangre. Este hallazgo podría proporcionar nuevos objetivos para los pesticidas para prevenir la reproducción de los mosquitos y la transmisión de enfermedades.
Para entender por qué los mosquitos quieren sangre, los científicos estudiaron el comportamiento de las hembras mosquito, que son las que más se alimentan de sangre para el desarrollo de sus huevos y el esfuerzo que implica ponerlos. Observaron que el apetito por la sangre se disparaba poco antes de poner los huevos, pero una vez saciados, los mosquitos dejaban de alimentarse hasta después de ponerlos.
Los científicos descubrieron que el intestino de estos insectos contiene una hormona llamada neuropéptido F (NPF). Los niveles de esta hormona se disparan cuando los mosquitos buscan un huésped y disminuyen después de que se han saciado.
Para verificar si la presencia de esta hormona era un factor determinante en la búsqueda de un alimento de sangre, los investigadores estudiaron las células de los mosquitos que producen hormonas en el tracto gastrointestinal. Comprobaron que los niveles de NPF se disparaban antes de alimentarse y bajaban 6 horas después.
Los investigadores también realizaron pruebas con mosquitos mutantes para activar y desactivar la hormona NPF y observar su respuesta. Descubrieron que al inactivar el gen, las hembras mosquito no mostraban interés por picar a las personas. Por el contrario, al inyectar la hormona, el interés por picar reaparecía.
Además del NPF, los científicos descubrieron que en el intestino de los insectos se produce otra hormona, la RYamide, que también regula los comportamientos alimentarios. Cuando los niveles de NPF bajaban, los de RYamide subían.
Los científicos experimentaron con mosquitos mutantes que ya habían puesto huevos, inyectándoles RYamide, y esto disminuyó su atracción por la sangre.
Por lo tanto, la investigación concluyó que las hormonas NPF y RYamide cooperan para estimular y detener la atracción de los mosquitos por la sangre. Los investigadores esperan realizar más análisis en profundidad para reafirmar este descubrimiento.
Este hallazgo puede abrir nuevas vías para el control de los mosquitos y la prevención de las enfermedades que transmiten, como el dengue, la zika, la malaria y el chikungunya, entre otras. A medida que los científicos continúan desentrañando los misterios de estas fascinantes y a la vez temibles criaturas, podemos esperar mejores formas de protegernos de sus picaduras y de las enfermedades que transmiten.