Crítica de la Cultura

A partir del análisis del flamante poemario, la reseña profundiza una lúcida reflexión sobre el lenguaje.

Por Mariano Dubin

El músico Juan Cinza acaba de publicar su primer poemario: Almamula. Versos lunfas y turros (Editorial Milena Cacerola, 2021). Luego de sus creaciones orilleras que hace diez años dio a llamar tangos villeros -y que lo llevó a cantar, entre otras derivas criollas, con Ariel, el cantante de los Pibes Chorros- hoy vuelve a sorprender con otra de sus audacias arrabaleras. Pocos, como Cinza, podrán decir que tocaron en las milongas más escondidas de Buenos Aires y en el estrellato cumbiero de Pasión de Sábados. A sus treinta y seis años, Cinza apela nuevamente al mito del barrio y el lunfardo. Otra vuelta de tuerca a un género poético que, hasta hace muy poco, estaba lleno de polvo. Acá un breve recorrido por este nuevo libro de poemas.

La “previa” de Cinza

El lunfardo nació en la ebullición del arrabal a fines del siglo XIX. Entre gringos, negros y criollos los barrios crecían en esquinas, en almacenes, en bailes. La cultura gaucha se prolongaba en los Corrales Viejos, en los mataderos, entre los carreros y los compadritos; los afroargentinos entre tangos, milongas y payadas, encordaban las mejores guitarras, con el Negro Maciel y Gabino Ezeiza; en los conventillos que se multiplicaban por la Boca y otros barrios se mezclaban argentinos con genoveses, gallegos y franceses; entre bandoneones, guitarras y violines; entre malevos de antes y gringos muertos de hambre; nostálgicos federales, anarquistas, yrigoyenistas; entre todos fue naciendo una lengua propia. Y de esa lengua nació una poética: la poesía lunfardesca.

“Ante todo, debo dejar constancia que el armonioso idioma cervantino se halla, desde hace rato, absolutamente enemistado con mi chamuyo mistongo”. Así se presenta el poeta Felipe Fernández, alias Yacaré, en su Versos rantifusos (1916), primera obra de poesía lunfardesca. Es el origen de una estética del habla de la esquina, del barrio, de la cárcel. Enemiga del decir de la enciclopedia, de las oficinas, de los académicos. Cátulo Castillo, años más tarde, escribiría: “Si me gano el morfi diario / qué me importa el diccionario / ni el hablar con distinción”.

Esta poética nace con una provocación: una epistemología arrabalera que define la experiencia del curtirse como única autoridad estética. Otros poetas habían escrito sobre el arrabal pero aún desde la pulcra escritura de la tercera persona: el barrio eran los otros. La poesía lunfardesca, en cambio, escribe en primera persona; lo hará con la misma voz del barrio. Así lo anuncia Dante Linyera en su “autobiografía rasposa”: “Y aquí estoy: Dante A. Linyera… / cantor de la mishiadura / del bulín, de la percanta, / de la milonga…”. Dante Linyera y Yacaré son junto a Carlos de la Púa -autor de La Crencha engrasada, 1928- los tres escritores del canon lunfardo (ya sabemos: hasta en la esquina más pobre hay escalafón).

Un siglo más tarde ese mundo del arrabal -su ferocidad poética, sus utopías proletarias y su lengua bastarda que arrastraba la reseca social de cien naciones– parecía abandonado por siempre en la autoridad moral de abúlicos, coleccionistas y señores bien. Juan Cinza, entre otros músicos y poetas, arrancó el lunfardo de su “apoliye”. Esta generación rioplatense que es parte de aquello que anunció Alorsa: un tango que se escape de enredadas partituras.

El lunfardo de los guachos

Cinza, hace unos diez años, descubrió la íntima comunión entre tango, lunfardo y cumbia villera. Una revelación que mereció su primera obra musical: los tangos villeros. Desde entonces ha recorrido radios, bodegones, milongas y patios. Cantando y payando, agitando y silbando. En su barroco rioplatense, lo africano, lo indio, lo villero, lo criollo, lo negro fue encordándose en una guitarra áspera e irónica.

Almamula. Versos lunfas y turros cifra en experiencias modernas a los maestros del género lunfardesco. Las citas a Dante Linyera, Julián Centeya y Carlos de la Púa lo afilian a este mundo misterioso de poetas y carreros, de ladrones y escritores. Pero no repite, por fortuna, la mera arqueología de vocablos soterrados en el arroyo Maldonado. Como recomendaba el Viejo Vizcacha sobre el facón -que al salir, saliera cortando-, así salen las palabras de estos versos: con todo el barro y la saliva de tiempos oscuros y violentos.

El lunfardo de este poemario, por tanto, no es la repetición de sus vocablos más rudos y evidentes. Es la música secreta que revive a Evaristo Carriego en algún vago que hoy ranchea en la esquina. No hay impostura: se descubre la cumbia villera que ya agitaba en el tango y el tango que todavía talla en las letras de la cumbia villera.

No es, aclaremos, el “arrabal amargo”. No hay un ingreso pulcro al mundo de las periferias modernas. Pisar estos charcos y cruzar estos ranchos deja su yerra en el alma. Las marcas en el cuero, en la jeta, en las teclas que faltan, en los ojos achinados. Pero, sobre todo, los acordes oscuros que arrastran los versos del poemario. No hay concesiones en el mundo de los “dospesito”. No hay concesiones en Almamula.

No encontramos el repertorio de fracasos y nostalgias de barrio. Es el “arrabal salvaje” de pibes descalzos, pibas sin bombachas. Es el vino picado que regala la revelación de un Carlos Gardel que regresa de un futuro despiadado para avivar que la posteridad es un “corso monstruoso”.

¡Araca, lector!

No esperen, lectores, ningún gesto demagógico aunque se escriba con las tripas de las “tristezas fieras de mi pueblo pobre que labura el dia entero pa vivir”.

Juan Cinza como los viejos payadores quiere cantar el mundo. Es un poeta de la falsa escuadra del universo, de sus tropezones en este arrabal. Es poesía con tranco largo. El lector atento descubrirá pronto los guiños pícaros a Quevedo, a Shakespeare, a Ovidio. “A vos Lope de Vega, te chamuyo”, escribió en un clásico soneto lunfardo Gandolfi Herrero. Con esa audacia se escriben estos versos en un equilibrio imposible de milongas y sonetos, de lunfardo y barroco, de un universo que no para de morder la nada y el último rancho ahogado en la sudestada de esta periferia ribereña.

Almamula, entonces, el que escribe este poemario.

En Juan Cinza no hay, como en los grandes poetas, un afuera del poema. Prepárense: Almamula es el mundo que está fuera nuestro, pero que nos come el hígado y el corazón en cada verso. Almamula es el mundo que está dentro nuestro, ya podrido. Es el lunfardo de los guachos que nos copa la voz.

Almamula, entonces, el que lee este poemario.

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Gobierno apela a determinación del Tribunal Ambiental por Dominga


[Inserta el contenido del artículo aquí.]

El gobierno ha decidido apelar a la reciente determinación del Tribunal Ambiental relacionada con el controvertido proyecto minero Dominga. Esta decisión ha generado un amplio debate en la esfera pública, influyendo en diversas áreas como el medio ambiente, la economía y la política.

La apelación surge como respuesta a la resolución del Tribunal Ambiental que había fallado a favor del proyecto Dominga, permitiendo su avance tras años de disputas legales y administrativas. El proyecto Dominga, que contempla la extracción de hierro y cobre en la Región de Coquimbo, ha sido objeto de intensas críticas por parte de organizaciones ambientalistas y comunidades locales, quienes argumentan que podría causar un daño irreparable a los ecosistemas marinos y terrestres de la zona.

El gobierno, al presentar su apelación, argumenta que el fallo del Tribunal no consideró adecuadamente los impactos ambientales negativos que el proyecto podría tener. Además, se cuestiona la evaluación de los estudios de impacto ambiental presentados por la empresa encargada del proyecto, que según las autoridades, contienen deficiencias significativas.

Por otro lado, los defensores del proyecto Dominga sostienen que se han cumplido todos los requisitos establecidos por la normativa ambiental y que el desarrollo del proyecto traerá importantes beneficios económicos, incluyendo la creación de empleos y un impulso a la economía local. La empresa a cargo del proyecto ha manifestado su disposición a implementar medidas de mitigación para minimizar los posibles efectos adversos en el medio ambiente.

La controversia en torno al proyecto Dominga también ha tenido repercusiones políticas, polarizando aún más a los distintos sectores del país. Mientras que algunos grupos políticos apoyan la decisión del gobierno de apelar, argumentando la necesidad de proteger el medio ambiente y las comunidades locales, otros critican la medida, señalando que obstaculiza el desarrollo económico y la inversión extranjera.

En este contexto, el debate sobre Dominga se inserta en un marco más amplio de discusión sobre el modelo de desarrollo que el país desea seguir, equilibrando la protección del medio ambiente con el crecimiento económico. La apelación presentada por el gobierno será revisada por instancias judiciales superiores, que deberán considerar los argumentos de ambas partes antes de emitir un veredicto final.

La decisión de apelar también pone de manifiesto la importancia de fortalecer los procesos de evaluación ambiental en el país, asegurando que sean rigurosos y transparentes. Este caso resalta la necesidad de contar con mecanismos efectivos que garanticen que los proyectos de gran envergadura como Dominga se desarrollen de manera sostenible y responsable.

En conclusión, la apelación del gobierno a la determinación del Tribunal Ambiental en el caso del proyecto Dominga es un reflejo de las complejas interacciones entre desarrollo económico y conservación ambiental. El resultado de este proceso judicial tendrá implicaciones significativas para el futuro de la minería y la protección del medio ambiente en el país.

Romeral avanza hacia la minería subterránea: explotación sería hasta 2034


La localidad de Romeral, ubicada en la región central de Chile, se encuentra en un momento crucial de su desarrollo minero. Recientemente, se ha anunciado un ambicioso proyecto que transformará la manera en que se extraen los recursos minerales en la zona. Este proyecto apuesta por la minería subterránea, una técnica que promete extender las operaciones mineras hasta el año 2034 y que podría traer consigo importantes beneficios económicos y medioambientales para la región.

La decisión de avanzar hacia la minería subterránea en Romeral responde a varios factores. En primer lugar, la explotación a cielo abierto, aunque efectiva, ha comenzado a mostrar signos de agotamiento en términos de productividad y sostenibilidad. Los yacimientos superficiales están siendo cada vez más difíciles de explotar sin incurrir en costos ambientales y económicos significativos. La minería subterránea, por otro lado, ofrece la posibilidad de acceder a depósitos más profundos y ricos en minerales, lo que podría revitalizar la producción minera local.

Además de las ventajas económicas, la minería subterránea presenta beneficios ambientales que han sido bien recibidos por la comunidad local y las organizaciones ecologistas. Al trasladar las operaciones bajo tierra, se reduce significativamente el impacto visual y el deterioro del paisaje, un aspecto que ha sido motivo de preocupación para los residentes y turistas que visitan la región. Asimismo, este método minimiza la producción de polvo y ruido, lo que contribuye a mejorar la calidad de vida de las poblaciones cercanas.

El proyecto de minería subterránea en Romeral no solo se centra en la extracción de minerales. También incluye una serie de iniciativas destinadas a mejorar la infraestructura local y fomentar el desarrollo sostenible. Entre estas iniciativas se encuentran la construcción de viviendas para los trabajadores mineros y sus familias, la mejora de las carreteras y la implementación de programas de capacitación para la comunidad. El objetivo es crear un entorno que no solo sea económicamente viable, sino que también promueva el bienestar social y ambiental.

A pesar de los beneficios potenciales, la transición hacia la minería subterránea no está exenta de desafíos. La inversión inicial es considerablemente mayor que en la minería a cielo abierto, y se requiere de tecnología avanzada y personal altamente capacitado para llevar a cabo las operaciones de manera segura y eficiente. Sin embargo, las autoridades locales y las empresas mineras están comprometidas con superar estos obstáculos, convencidos de que los beneficios a largo plazo justificarán los esfuerzos y recursos invertidos.

La implementación de este proyecto también requerirá de un marco regulatorio sólido que asegure la protección del medio ambiente y los derechos de las comunidades locales. Las autoridades gubernamentales han manifestado su intención de trabajar de la mano con las empresas mineras y las organizaciones no gubernamentales para establecer estándares que garanticen una explotación responsable y sostenible de los recursos naturales.

En conclusión, el avance hacia la minería subterránea en Romeral representa una oportunidad única para transformar la industria minera de la región. Con una planificación cuidadosa y un enfoque en el desarrollo sostenible, este proyecto podría marcar el inicio de una nueva era de prosperidad para la comunidad local y el medio ambiente. La explotación minera hasta 2034 no solo promete beneficios económicos, sino que también podría establecer un precedente para futuras iniciativas mineras en otras partes del país.