“Hoy me siento exitoso”: La historia de Ricardo Álvarez, el masoterapeuta no vidente que hizo despegar su negocio

De la adversidad al éxito: la historia de un emprendedor de masoterapia

Ricardo Álvarez, un hombre de 43 años que reside en La Serena, en la Región de Coquimbo, es un claro ejemplo de que la adversidad no es un obstáculo para el éxito. Hace un par de décadas, Ricardo era un entusiasta del fútbol, dedicando sus días a entrenar y perfeccionar sus habilidades en el campo. Sin embargo, un accidente cerebrovascular inducido por el estrés severo cambió drásticamente el curso de su vida.

El problema no solo lo dejó sin visión, sino que también lo llenó de incertidumbre sobre cómo aprender a vivir de nuevo con esta nueva realidad. Pero Ricardo siempre vio la luz al final del túnel en forma de oportunidades.

Ocho meses después del incidente, un amigo le ofreció la opción de viajar a Cuba para un tratamiento experimental que podría restaurar parte de su visión. Pero había un problema: para ser tratado en el sistema de salud cubano, Ricardo tenía que demostrar que su estancia en el país sería con fines académicos o laborales.

Aquí es donde entra en juego la masoterapia. La prima de su amigo, que era profesora en la Universidad de La Habana, le ofreció la oportunidad de matricularse en un curso de masoterapia, mientras ella grababa las clases para que él pudiera aprender durante su tratamiento.

Sin ninguna experiencia previa, pero con el apoyo de la familia de su amigo, Ricardo comenzó a estudiar mientras recibía atención médica. A medida que avanzaba el tiempo, comenzó a ver los resultados: no solo recuperó el 70% de su visión, sino que también encontró en la masoterapia una forma de ganarse la vida y ayudar a los demás a través del poder sanador del tacto.

Al regresar a Chile, Ricardo comenzó a ofrecer masajes a sus familiares y conocidos a domicilio, mientras trabajaba en otros empleos paralelamente. Lamentablemente, 17 años después, una grave influenza le quitó nuevamente la visión. Ahora, con una familia compuesta por su esposa y cuatro hijos, la única opción era seguir adelante. Así fue como decidió abrir su práctica de masajes al público y se dedicó a profesionalizar su emprendimiento.

Pero Ricardo siempre se preguntaba, «¿Cómo puedo llegar más lejos?» Un día, a través de unos amigos, descubrió la Fundación Banigualdad, una organización que ofrece microcréditos y capacitaciones a emprendedores que necesiten un impulso para cumplir sus sueños. Gracias a la ayuda recibida, Ricardo ha logrado profesionalizar su práctica y expandir su clientela.

«Lo más significativo que he logrado con Fundación Banigualdad es tener los recursos para poder mejorar mi emprendimiento«, comenta Ricardo, quien también valora el espacio de socialización y apoyo mutuo con otros emprendedores.

Hoy en día, Ricardo se siente próspero y perseverante. Ha superado adversidades que hubieran derrotado a muchos, transformando sus desafíos en una carrera que le permite ayudar a otros. Su sueño es seguir haciendo crecer su negocio de masoterapia y sabe que con la ayuda de la Fundación Banigualdad y el apoyo de sus más de 40.000 socios, puede lograrlo. «He logrado todo lo que me he propuesto. Hoy me siento exitoso«, afirma.

Así, la historia de Ricardo Álvarez es un testimonio de superación, un recordatorio de que la adversidad no es un obstáculo insuperable, sino una oportunidad para encontrar nuevas formas de prosperar y ayudar a los demás.

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