Litio, Sudamérica ansía vivir las ventajas del oro blanco. Las salinas en el “triángulo del litio” de Sudamérica guardan la promesa de provecho para una mejor vida en los países productores.
Litio Sudamérica provecho
Ingrediente clave de las baterías usadas en los vehículos eléctricos, la demanda de litio se ha disparado. El «oro blanco» está en Chile, Argentina y Bolivia en proporciones mayores que en otro sitio de todo el mundo.
Y conforme el planeta busca distanciarse de los comburentes fósiles, la producción y los costos del litio se han disparado, exactamente la misma las esperanzas de las comunidades próximas a las plantas de litio en Sudamérica, muchas de las que viven en la pobreza.
Pero hay una creciente preocupación por el encontronazo en las fuentes de agua subterránea en zonas que son ya dispuestas a sequías prolongadas, con prueba reciente de mortandad de árboles y flamencos.
Y hay pocas señales hasta hoy de que las ventajas se vayan filtrando.
«No ingerimos litio, ni baterías. Tomamos agua», ha dicho Verónica Chávez, de 48 años, presidenta de la red social indígena Santuario de Tres Pozos, cerca de Salinas Enormes, en el corazón del litio en Argentina.
Un letrero que recibe a los visitantes de Salinas Enormes afirma: «No al litio, sí al agua y la vida».
La extracción de litio necesita millones de litros de agua por planta al día.
Salares
En contraste a Australia, el primordial productor de litio de todo el mundo que quita el metal de la roca, en América del Sur se proviene de los salares, o salinas, donde el agua salobre que tiene dentro el metal se quita de lagos salobres subterráneos a la área a fin de que se evapore.
Cerca del 56 por ciento de los 89 millones de toneladas de elementos de litio determinados en el planeta están en el triángulo sudamericano, según el Servicio Geológico de EE. UU. (USGS).
El valor promedio mundial pasó de $5.700 por tonelada en el mes de noviembre de 2020 a $60.500 en el mes de septiembre del actual año.
Chile
Chile aloja la esquina mucho más occidental del triángulo de litio en su desierto de Atacama, que contribuyó con el 26 por ciento de la producción mundial en 2021, según el USGS.
El país empezó la extracción de litio en 1984 y fué líder en el campo en parte gracias a los bajos escenarios de lluvia y la alta radiación del sol que hace más rápido el desarrollo de evaporación.
Pero la ley chilena ha complicado que las compañías consigan concesiones del gobierno desde el instante en que la dictadura de Augusto Pinochet declaró al metal como un «recurso estratégico» por su capacidad empleo en bombas nucleares.
Solo 2 compañías tienen privilegios para explotar el metal: la chilena SQM y la habitante de Estados Unidos Albemarle, que abonan hasta el 40 por ciento de sus ventas en impuestos.
En el primer período de tres meses del año vigente, la contribución del litio a las arcas públicas superó por vez primera a la del primordial metal de Chile, el cobre, según registros gubernativos.
No obstante, los gastos ambientales están empezando a acumularse y los lugareños se temen que lo malo esté por venir.