Cuando los primeros tipos de empresa surgieron, su línea sucesoria era evidente: pasaba del padre al hijo mayor sin necesidad de que mediase ningún tipo de aceptación oficial, se trataba de un derecho y una obligación incuestionables. Sin embargo, a medida que la sociedad ha ido avanzando, esa estructura férrea se ha diluido para dar paso a nuevas y complejas configuraciones empresariales, que no dan por sentada su sucesión sino que requieren de un esfuerzo activo por parte de sus directivos para garantizar su continuidad.
Es así como surgieron en la sociedad moderna los planes de sucesión, que no son más que una planificación y ejecución de una continuidad ordenada de personas en los puestos críticos de una organización, ya que, si bien nadie es insustituible, es importante contar con la previsión necesaria para reemplazar determinados perfiles sin que el cambio repercuta negativamente en el negocio. A pesar de la importancia de este asunto, en España el 89% de las pequeñas y medianas empresas no cuenta con un plan de sucesión definido según datos de nuestro I Informe de Pymes y Autónomos en España. Por tanto, si alguna de estas compañías pierde alguno de esos perfiles cruciales se enfrenta a la inestabilidad y a un reemplazo improvisado que puede suponer meses de adaptación, un período que puede ser determinante en el actual contexto económico convulso.
Seguro de Directivos y Administradores (D&O)
Sin embargo, este no es el único asunto que demuestra la falta de previsión de los directivos de las pequeñas y medianas empresas en España, ya que únicamente el 10% de los directivos de las pymes españolas encuestadas para nuestro informe cuenta con un seguro específico para Directivos y Administradores (D&O). Este bajo porcentaje es un claro síntoma de que aún falta un largo camino por recorrer a la hora de crear conciencia entre los directivos de la importancia de protegerse ante posibles negligencias o eventualidades imprevistas.
En la sociedad actual se han diversificado y han evolucionado los diferentes aspectos de los que debe encargarse un directivo: desde la imagen de su empresa hasta el bienestar de sus empleados sin olvidar, por supuesto, la buena marcha del negocio en términos económicos. Esto supone gestionar un sinfín de frentes en los que las posibilidades de errar se multiplican y, por tanto, se vuelve más necesario que nunca contar con una red de seguridad, porque estamos ante un sinfín de posibilidades de negligencias como: una mala gestión económica, una decisión comercial errónea, problemas en inversiones, errores en la declaración de concursos de acreedores; o incluso situaciones derivadas de su comportamiento, como casos de acoso y discriminación o delitos de tipo ecológico.
Innumerables riesgos actuales
La falta de previsión no solo pone en peligro el desarrollo de la empresa en cuestión, sino también a los propios directivos, ya que en caso de demanda en alguno de estos escenarios, los administradores pueden tener que responder con su patrimonio personal. Por tanto, es importante que continuemos trabajando en alertar sobre los innumerables riesgos actuales, en preparar a las empresas para que sean capaces de hacer frente a imprevistos de toda índole; porque sin la necesaria previsión y flexibilidad de sus directivos está en peligro el futuro de las pequeñas y medianas empresas, músculo imprescindible de la economía española.