El oficio de El Niño Viandero, que desapareció hace unos 50 años, es ahora una parte inolvidable del patrimonio cultural de Andacollo gracias a una nueva exhibición inaugurada en la sede del Sindicato de Pequeños Mineros Pirquineros de Andacollo. La figura, una creación del artista Alfredo Di Salvo, rinde homenaje a los niños que llevaban el almuerzo a los mineros trabajando en las profundidades de la tierra en busca de metales preciosos.
Uno de los primeros visitantes de la exhibición fue Marcelino Tejeda, un ex-Niño Viandero. Sentado en una silla de ruedas y con el habla apenas audible, Tejeda miró la figura con lágrimas en los ojos y una sonrisa en su rostro. La emoción contagiosa que emanaba de él recordaba a todos los presentes la importancia de esta pieza de historia.
La historia de los Niños Vianderos es una que está tejida en el tejido cultural de Andacollo. Según las historias contadas por Iván Guerrero, exdirector de la Escuela de Churrumata a Gina Videla, la gestora y creadora del museo minero, los niños se levantaban de la escuela durante la hora del almuerzo para llevar las viandas a los mineros. El director no podía negarles el permiso para irse, ya que estos niños estaban desempeñando un oficio y contribuyendo al sustento de sus hogares.
Sin embargo, la vida de un Niño Viandero no estaba exenta de desafíos. A menudo, los niños dejaban a los mineros sin sus alimentos, ya que ellos mismos luchaban contra el hambre y terminaban comiendo la comida que se suponía debían entregar. Otras veces, los accidentes ocurrirían y la comida se perdería. A pesar de estas dificultades, muchos niños llevaban hasta 12 viandas a la vez, proporcionando no sólo para sus padres, sino también para otros mineros.
Los Niños Vianderos llevaban el almuerzo a minas, trapiches, piques, socavones y lavaderos. Muchos niños de comunidades como Churrumata, El Toro, Chepiquilla, La Jarilla, La Caldera, Manganeso y Maitencillo participaron en este oficio, especialmente durante el apogeo de Andacollo. La población de la ciudad aumentó de 500 habitantes en 1933 a 31.100 en 1937, y muchos de estos niños contribuyeron al sustento de sus familias a través de este trabajo. Sin embargo, para los años 80, los Niños Vianderos ya no existían.
La decisión de crear la figura de El Niño Viandero surgió de las preguntas frecuentes de los visitantes del museo sobre las viandas y los niños que las llevaban. “Ese pedido comenzó a dar vueltas en nuestras mentes y aquí está y las futuras generaciones sabrán quiénes eran esos niños vianderos”, dice emocionada Gina Videla. La inauguración de la sala tuvo lugar un día antes del Día de los Patrimonio, una fiesta cultural que cumplió 25 años.
La figura de El Niño Viandero ahora se encuentra orgullosamente en la tercera sala del museo, un recordatorio tangible de un oficio que una vez fue parte integral de la vida en Andacollo. Aunque el oficio de los Niños Vianderos puede haber desaparecido, su historia y su contribución a la comunidad de Andacollo perdurarán para las generaciones venideras gracias a la dedicación de personas como Gina Videla y Alfredo Di Salvo.
Para obtener más información sobre la comunidad y las historias locales, consulte el boletín completo de ‘Comunidad Somos Todos’ en su edición del mes de junio en el siguiente link: https://bit.ly/3x11Ji9.